Hispanos en Nueva Orleans la tienen duro

La Prensa Gráfica, 29-12-2008

Los jornaleros hacen dos filas ante una licorería del barrio francés los viernes por la noche: la primera para mandar dinero a sus países y la otra para comprar las cervezas baratas que les ayudan a pasar la vida en Nueva Orleans.

“Aquí la vida es difícil, mucho más que en cualquier otro lugar de Estados Unidos en que haya estado”, manifestó el salvadoreño José Campos, de 37 años de edad, quien llegó desde la Florida. Pedaleó su bicicleta hasta la enorme licorería Unique Grocery de la calle Bourbon, que tiene un servicio de giro telegráfico.

“Es un lugar peligroso, malo. Pero cuando se puede encontrar trabajo, todo vale la pena”, dijo.

En los tres años posteriores al huracán Katrina, los inmigrantes atraídos por los empleos en la industria de la construcción y la de servicios han transformado esta ciudad renaciente.

En una versión acelerada de la de por sí rápida incursión latina al sur de Estados Unidos, ya están forjando sus propias redes de apoyo, estableciendo negocios y formando familias, al tiempo que llenan las iglesias en un proceso que generalmente toma más de una década.

Pero en esta ciudad donde la infraestructura de servicios públicos era insuficiente para su población incluso antes del paso de Katrina, los peregrinos latinos también se han convertido en las víctimas predilectas de los delincuentes de la ciudad, que enfrenta altos niveles de criminalidad.

Desde el paso de Katrina, la población hispana de Nueva Orleans se incrementó desde 15,000, el 3.3% del total previo a la tormenta, a 50,000, el 15.2% de la población actual, de acuerdo con la Oficina de Desarrollo Económico de la ciudad.

Un estudio publicado en noviembre indica que Nueva Orleans es la urbe más violenta de Estados Unidos, y el departamento de Policía local tendrá que agregar en su lista de necesidades la de contar con más policías que hablen español.

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