LA VENTANA

Jamal y Shalim, los «hermanos» repentinos

El Mundo, ANTONIO LUCAS, 28-12-2008

A Jamal Sahid y Shalim Ahmed de Bangladesh, les hicieron el posado para la fotografía con su décimo premiado. Y después, con el rastro que deja ese boleto una vez ingresado en la cartilla de ahorros, les sacaron otro retrato fetén, el de la suerte bien repartida, casi el del triunfo – aunque en verdad no lo sea – .Ya tenemos al inmigrante redimido por la fortuna, puesto de este lado de la historia por la combinación de un número cualquiera, el 32.365, que nos hace más beatos del dinero en el rato que dura el jaleo de tanta calderilla. Desde aquí nos alegramos por Shalim y Jamal. Pero, a la vez, dudamos de su nuevo status de trofeo. El Gordo no canta a los hombres, sino a la mercancía que es el hombre cuando descubre que en verdad depende de la economía. Sólo con el parné que llega sin avisar o desde el crimen (que siempre pita antes de algún modo), el inmigrante abandona la invisibilidad propia de su cartografía de miserias e ingresa en la corporeidad del espectáculo, con patrocinio (en este caso) de la Caixa del Penedés, la premiada consorte.


Tiene razón Enric González – casi siempre acierta desde su terruño contrario – cuando escribe que ésta es una de las instantáneas del año. Es la compensación a ese otro álbum negro que engordan la mayoría de los inmigrantes. Shalim y Jamal son algo así como el remedio sin remedio. Tienen 18 años y la sonrisa llena de dientes. Viven en un piso patera con boquete en el tabique. Uno cocina en el restaurante Los Caracoles del Barrio Chino de Barcelona.Su colega está en paro. Y hasta ahora, Shalim miraba el tinglado de Occidente con el escaso materialismo que dan 17 euros de patrimonio.Hoy, según el banco, es ya un hermano repentino, un cliente distinguido de esta España variable y variada en la que el hombre sin atributos pasa de ser una visita que no trae sustancia a convertirse en aquél capaz de hacer que la rodilla de los bancos doble una vez más ante un dios bastardo que ayer despreciaba. La dignidad, cuando se mira con la lupa de las finanzas, es un tabique liviano.El paraíso terrenal es un álgebra caprichosa donde Madoff cambia de potencia subterránea a abono descifrado, según creo interpretar.Shalim y Jamal tendrían que meter el tesoro imprevisto en la alcancía de su pueblo. Los príncipes somos así. Su risa vegetal sería entonces un desafío a nuestros prósperos bancos subvencionados, aquéllos que esperan la lotería como un beneficio extra, economía de ida y vuelta dentro del gran mercado de la desesperación inversa.Enhorabuena, troncos. Feliz año. /

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