"Quiero regalar al público una música más humana"

Diario de noticias de Gipuzkoa, juan g. andrés, 18-12-2008

Donostia. Hace un año que Andrés Orozco – Estrada respondió a las preguntas de este periódico con motivo de su participación como director invitado en un programa de abono de la OSE. Ya entonces mostraba su interés por volver a trabajar con la orquesta vasca y definía su carrera “como un rompecabezas que se ha armado pieza a pieza”. Ayer, antes de conceder una nueva entrevista a NOTICIAS DE GIPUZKOA ya en calidad de director titular de la formación, definió su nuevo cargo como “una pieza más” de un puzzle que quiere seguir completando al frente del conjunto sinfónico.

Ha dirigido a la OSE en dos ocasiones como maestro invitado. ¿Su planteamiento como titular será muy diferente?

Tras un primer contacto con la OSE podría decirse que vivimos una especie de enamoramiento. Ahora hemos decidido ir en serio, ser matrimonio o pareja de hecho, y estaremos unidos hasta que la muerte nos separe. Es cierto que una relación estable corre el peligro de que se desvanezca el encanto del momento inicial, y por eso hay que trabajar para que no desaparezca. Somos un equipo, una sola cosa, y debe haber un espacio para la sorpresa. En los conciertos hay que dejar que el momento nos inspire y que cada función sea como la primera vez que quedaste con la persona amada para tomar una copa.

De usted destacan, entre otras muchas virtudes, su capacidad de trabajo y su enorme talento. ¿Pero cómo se ve a sí mismo?

No soy la persona más adecuada para decir eso, pero creo que uno de mis talentos es que los músicos me interesan no sólo como intérpretes, sino también como personas. Me interesa que la gente sepa que no vengo a hacer música por negocio, obligación o rutina, sino por placer, porque es mi vida y no hay otra cosa que me haga más feliz. Aparte de eso, estoy acostumbrado a trabajar muchísimo porque nací en Colombia, un país con muchas dificultades. socioeconómicas y nunca tuve relación con Europa. Tampoco tengo un apellido famoso y nadie ha estado detrás de mí para darme el necesario espaldarazo… Ello ha hecho que yo entienda mi profesión como un compromiso absoluto conmigo mismo, con la obra, el compositor, los músicos y el público. Por ello, aparte de mejorar la técnica y el sonido de la orquesta, me encantaría regalarle al público una música más humana, compartir humanidad, que entendamos y sintamos que la música nos hace mejores personas.

La titularidad de la OSE era compartida por Gilbert Varga y Cristian Mandeal. ¿Es mejor que esa responsabilidad recaiga en una sola persona?

Creo que sí. No quiero juzgar el trabajo anterior, porque además he recogido una orquesta en muy buen estado, pero creo que la OSE está en el momento perfecto para identificarse con una sola persona. Creo que debemos trabajar para que la orquesta tenga una relación más orgánica entre el público, los músicos y los directores, porque también será importante el trabajo del maestro Andrey Boreyko, director principal invitado de la OSE.

¿Qué idea tiene del repertorio que le gustaría abordar?

La referencia básica de una formación como la OSE es el gran repertorio sinfónico. Me encantan las sinfonías de Mahler o Shostakovich, pero creo que debemos trabajar y cuidar el repertorio clásico, a Mozart, Haydn o Beethoven… Para la salud mental de una orquesta es importante tener siempre a punto el repertorio clásico y hacer que sus obras sean transparentes, que se entiendan. Por otro lado, intentaré abordar, sin forzar, el repertorio latinoamericano, porque lo conozco y forma parte de lo que soy como músico y director. Y obviamente trabajaré el repertorio vasco, que deberemos seguir desarrollando y explotando.

En la rueda de prensa la consejera de Cultura, Miren Azkarate, le ha llamado “crío” cariñosamente. ¿Puede su ‘insultante’ juventud tener alguna desventaja?

Puede ser, es difícil saberlo. Aunque es cierto que he llegado a algunas orquestas en las que ciertos músicos me veían y pensaban: “¿Qué nos va a contar este muchacho tan joven si ya lo sabemos todo porque hemos tocado con los grandes maestros?” Cabe la posibilidad de que algún músico, crítico, solista o cantante desconfíe de mí por la edad, pero el hecho de hacer bien tu trabajo está por encima de todo. El respeto, la entrega o la pasión son valores necesarios para hacer música. Y tarde o temprano se encuentra la manera de comunicar y de decir las cosas. Tenemos que funcionar como un equipo y creo que lo conseguiremos con respeto, que es la norma básica. Respeto a la persona, a la música e incluso a la edad.

Su reto es acercarse al público. ¿Se le ocurre alguna forma de conseguir que los jóvenes asistan a los conciertos de música clásica?

Se pueden hacer cosas interesantes para que los jóvenes se acerquen a los músicos y la orquesta a los jóvenes. Es difícil porque el programa y los espacios de la OSE están muy ajustados, pero me gustaría hallar la forma. Podríamos, por ejemplo, participar en formatos diferentes, en conciertos de jazz sinfónico o de tango, estilos que también pueden y deben formar parte del repertorio de cualquier orquesta universal. Además, podemos aprovechar mi posición de joven para comunicarme con la gente, mostrar a los jóvenes que ser músico o director de una orquesta clásica no es aburrido, que no es una música para estudiar o dormir… Me gustaría que en los ensayos algunas personas pudieran sentarse en la orquesta para escuchar la música desde dentro. Un joven que se ponga al lado de los timbales puede comprobar cómo rebota el sonido, cómo se le revuelve hasta el desayuno. Porque, por ejemplo, sentarse dentro de una orquesta para escuchar una sinfonía de Mahler puede ser más fuerte que el heavy de Metallica.

También parece interesante su idea de crear un ‘laboratorio’ que interprete obras de jóvenes compositores. ¿Puede desarrollar la idea?

Es sólo una idea a desarrollar pero lo imagino como una cita que podría convocarse una o dos veces por temporada. El objetivo sería escoger, en colaboración con los conservatorios de música del País Vasco, cuatro o cinco obras de formato sinfónico y duración breve, de cinco u ocho minutos. Podríamos conversar con los jóvenes compositores, intercambiar ideas con ellos, preguntarles cómo imaginan su obra e interpretarla en directo con una orquesta de verdad. Ese trabajo podría registrarse en una grabación para que los compositores escuchen cómo suena su obra y la puedan presentar a donde quieran. Y también nos gustaría hacer lo mismo con jóvenes talentos, con solistas que vengan y toquen en alguna matinée o programa de la OSE. Cuando uno se sienta en una orquesta o canta en un coro, lo más importante es escuchar al otro, al que toca o canta al lado. Si aprendes a escuchar, la sociedad es muy diferente porque sabe que para decir algo sólo debe escoger las palabras adecuadas y escuchar lo que el otro dice. Y eso hace que la sociedad sea mucho mejor.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)