primer balance de datos del observatorio municipal de Inmigración

El eslabón de la conciliación

Mujeres, menores de 45 años, bolivianas, en su mayoría son el eslabón que permite que la conciliación entre vida familiar y laboral pueda funcionar en otras mujeres.

Deia, 16-12-2008

DESDE hace unos años, cada vez es más frecuente la imagen de la mujer joven boliviana cuidando niños o acompañando a personas mayores. Al principio eran los únicos trabajos a los que podían acceder porque no siempre tienen sus papeles en regla, al menos cuando llegan, pero con el tiempo, cada vez más se han ido ganando una cierta leyenda positiva en este sentido.

Carmina, una mujer de Alicante de 70 años lloraba amargamente cuando María, una joven boliviana, le dijo que tenía que irse a Bilbao. “Es que allí tienen más gente de su país y estará más acompañada. Además, con la crisis la gente empieza a apretarse el cinturón, y claro se había quedado sólo con una casa y no le llegaba para pasar el mes”, explica esta mujer.

La realidad es que frente a la imagen de una inmigración desordenada y caótica la inmigración supone la adaptación a las necesidades laborales en la villa, ya que se tiende a reclamar población latinoamericana, en concreto femenina, que en muchos casos llega con un empleo apalabrado", dice Aierdi.

La población autóctona no quiere hacer este tipo de trabajos y poco a poco se han ganado la confianza y el cariño de la gente. Según este sociólogo, precisamente la demanda de este tipo de trabajo requiere de una mujer joven.

En otros territorios, por ejemplo, en Nafarroa, hay un porcentaje importante de ecuatorianos, hombres en su mayoría, porque vienen a hacer otro tipo de trabajos más duros relacionados con la tareas del campo y la recogida de los productos agrícolas. Pero en Bilbao la demanda laboral ya no es industrial.

Al final, la incorporación de la mujer del trabajo ha supuesto la necesidad de conciliar la vida familiar y laboral adoptando una serie de medidas. Decía este sociólogo que no se ha producido un cambio de tareas sino de población. Porque por cada dependiente extranjero hay cinco personas mientras que por dependiente autóctono sólo hay dos. Esto es explica que el 86% de los extranjeros tenga menos de 45 años. Marisa vive con su hijo pequeño y sus tres hermanas en un piso en Portugalete. Van ya para siete años los que se dedica a cuidar a los niños de otras familias en las que trabajan los dos miembros. “Ya me siento muy a gusto aquí”, dice. Hace unos meses marchó para su país con su hijo y allí lo dejó con su madre, pensando en que de esa forma podría trabajar más horas y sin gran preocupación, pero no pudo aguantar y volvió pronto a por él.

Marisa cuida de los niños de Marta y su hermana del suyo. Como decía Aierdi, la conciliación entre la vida familiar y laboral acaba resolviéndose entre diferente población y no tanto mediante un cambio de tareas.

Por eso, la población sudamericana es fundamentalmente femenina porque cubren un aspecto social que de nos ser por ellos ahora tendría graves problemas para resolverse. El Ayuntamiento de Bilbao hace ya años que introdujo en sus programas sociales la colaboración de estas personas extranjeras, conseguía además integrarles.

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