Una doctora bangladesí residente en Londres fue secuestrada por su familia para casarla en su país

El Periodico, BEGOÑA ARCE, 16-12-2008

Una doctora bangladesí, secuestrada por su propia familia, ha sido una de las primeras víctimas salvada gracias a la presión de la nueva ley británica contra los matrimonios forzosos.
La normativa entró en vigor en noviembre, cuando Humayra Abedin llevaba ya varios meses cautiva en la casa familiar de Bangladés. Entre palizas y amenazas de muerte, sus padres trataban de obligarla a casarse con un desconocido. La actuación del Foreign Office, la denuncia del caso en la prensa británica y la colaboración de la justicia bangladesí han impedido una tragedia. Abedin, una profesional independiente de 33 años, había llegado a Inglaterra hace seis para realizar el doctorado en medicina en la Universidad de Leeds. Actualmente vivía en Londres, donde había terminado las prácticas en el hospital de Whipps Croos. El pasado mes de agosto, debía empezar a trabajar para la sanidad pública como médico de familia.
Hija única de unos padres musulmanes conservadores y deseosos de casarla con alguien de su religión, Abdein viajó a principios de verano a Bangladés, tras recibir noticias alarmantes sobre la salud de su madre. La dolencia era un pretexto para tenderle una trampa y funcionó. Durante tres meses nadie volvió a saber de ella.
Un día, una prima en Inglaterra, recibió en el móvil un mensaje desesperado de la desaparecida: “Por favor, ayúdame. Mi vida esta en peligro. Me han encerrado en la casa. Puedo perder el trabajo. Están haciendo de mi vida un infierno”. La prima sabía lo que pasaba. Ya antes, mayo, en Londres, los padres habían tratado de romper la relación de la doctora con un ingeniero bangladesí de religión hindú.

Primer conato
En aquella ocasión el acoso llegó a tal punto que Scotland Yard estuvo investigando el secuestro de la doctora durante varios días en un piso de la capital, a manos de un tío y de la propia madre, que estaba de visita. Ante la intervención de la policía, la madre decidió volver a su país y simular una grave enfermedad, para atraer a su hija.
El mensaje de socorro de esta fue el principio de una movilización general. El Foreign Office lanzó una orden de protección, basándose en la ley de matrimonios forzosos, con la esperanza de que pudiera tener “algún peso” en Bangladés, según señaló una portavoz oficial. La víctima, aunque con residencia en el Reino Unido, no tiene nacionalidad británica y la ley no podía aplicarse en un país extranjero. A la presión diplomática se unió la prensa. La historia saltó a las páginas de los diarios londinenses y las cadenas de televisión.
“Sus padres le han dicho que prefieren verla a muerta a que retorne a Londres”, había advertido el novio de la secuestrada. La justicia bengalí tomó entonces cartas en el asunto. Tras varios intentos fallidos, el pasado fin de semana el tribunal consiguió al fin que los padres comparecieran con su hija ante el juez. El magistrado les ordenó que la dejaran inmediatamente en libertad y le devolvieran el pasaporte, el carnet de conducir y la tarjeta de crédito, que le habían quitado.

TESTIMONIO A PUERTA CERRADA
“Me deja perplejo el que los padres la hayan mantenido confinada e interfieran en su vida personal”, declaró el juez Syed Mahmud Hossain, después de oír el testimonio de la víctima a puerta cerrada. Mohamed Jornal Abdón, un hombre de negocios ya retirado y padre de la víctima, pareció sufrir un vahído al escuchar la sentencia. “Ella no estaba cautiva. Estás alegaciones son falsas”, acertó a decir entre lágrimas. “Nuestros tribunales han mostrado que podemos garantizar la libertad de nuestros ciudadanos. Es un importante precedente”, señaló la abogada Sara Hossain, mientras su defendida sorteaba las cámaras. “Me tranquiliza haber quedado libre, estoy feliz”, declaró a la cadena Sky News.
A pesar del veredicto, Abedin no las tenía todas consigo. Una vez libre, su única obsesión era volver a Inglaterra cuanto antes. Un retraso en el vuelo que debía tomar, aumentó aun más su ansiedad. Finalmente el lunes había dejado Dacca. “Está bien, pero lógicamente se siente muy cansada. Está ansiosa por marcharse, antes de que la gente cambie de opinión”, afirmó su abogada. A pesar de la traumática experiencia, Abedin pidió al juez que no tomara ninguna medida contra sus secuestradores. "No les guardo rencor, – – dijo – – “después de todo, son mis padres”.

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