La otra gran lucha de Unidos por el Flow es contra los estereotipos que marcan a los grupos juveniles latinos. «No todos somos santos, pero no hay que castigar a la mayoría por las acciones de una minoría», dice King Mission. «Había roces, pero decidimos ponernos de acuerdo, y no somos pandilleros ni delincuentes», añade su colega King Manaba. «No nos reunimos para robar, nos dedicamos a ayudar a gente que lo necesita», coincide el ñeta Don Albert.

El gran éxito del proyecto barcelonés ha sido precisamente acercarse sin prejuicios a esa realidad juvenil para comprobar su complejo trasfondo y buscar soluciones a sus problemas. Sin esa perspectiva, advierte López Villar, seguiremos viendo «fantasmas de violencia» en vez de aprovechar lo que ellos mismos sienten y ofrecen. Dicho con sus palabras juveniles, una «filosofía muy buena que no lleva a nada malo» y «un corazón muy grande». Que no es poco con el telón de fondo de pobreza y marginación que los trajo a España «a buscarme la vida, porque no tenía trabajo allá», o «con mis padres a trabajar, como todos, buscando una posibilidad de vivir».