Responsable, el sistema educativo

Diario de Navarra, JOSÉ M. MARCO ES PROFESOR DE FILOSOFÍA., 15-12-2008

L A afirmación de que el alumnado emigrante es un problema para los centros porque baja el nivel de las clases, se ha convertido en parte de la “sabiduría popular” que desde diversas instancias y de forma insistente ha recibido esta opinión.
Me consta que muchas de las personas que hacen esta afirmación no lo hacen desde planteamientos racistas o xenófobos, pero sin darse cuenta están creando una actitud de rechazo, ya que implícitamente, trasmiten la idea de que son los alumnos emigrantes los responsables directos de esta situación que se plantea en la escuela.

Sin embargo, el niño marroquí o ecuatoriano no es responsable del nivel de estudios que se imparte en su país, la responsabilidad de establecer un sistema educativo que responda a las necesidades de la sociedad es cuestión del propio sistema educativo: de su diseño y de su organización, y no de los individuos que acceden a él. Si el fenómeno de la emigración masiva ha traído ventajas – respondiendo a las demandas del mercado de trabajo, aumentando los ingresos de la seguridad social, incrementando la natalidad… – la sociedad debe responder también ante las nuevas situaciones; la sociedad y sus instituciones son las responsables de buscar una solución, y no es ni real ni aceptable cargar la culpa en los individuos. ¿La responsabilidad de las listas de espera en sanidad la tenemos los ciudadanos porque nos ponemos enfermos o la organización, funcionamiento y escasez de medios y de personal? La solución del problema educativo no es desde luego sencilla, ya que son muchas las discrepancias existentes entre los miembros de la comunidad escolar, discrepancias tanto en el análisis de la situación como en sus posibles soluciones.

En cuanto al análisis, para unos la diversidad existente en los centros que escolarizan a múltiples etnias y culturas es un activo primordial y muy positivo para todos los alumnos allí escolarizados. Para otros, el nivel académico es lo primordial y huyen de los centros que escolarizan alumnos con necesidades educativas especiales. A los primeros, la concentración de alumnos con diferentes culturas no les parece un problema; a los segundos, la presencia de alguno de estos alumnos en las clases de sus hijos les parece perjudicial. Por último, y como tercera vía, están los que no niegan que tanto la diversidad cultural como el nivel académico sean aspectos buenos y necesarios social e individualmente y que la dificultad estriba en saber combinarlos en su justa medida para alcanzar unos objetivos óptimos tanto en convivencia intercultural como en niveles académicos.

En cuanto a su solución y aceptando que hay que intentar buscar un término medio que haga posible la convivencia intercultural y un buen nivel académico, las discrepancias también son importantes: ¿es posible hacerlo en centros en los que conviven muchos alumnos de varias culturas? ¿hay que llevar a los alumnos a colegios de otros barrios para que convivan emigrantes con no emigrantes y haya un reparto equitativo entre los centros, o este movimiento genera un desarraigo del barrio que también es negativo?; y si decidimos transportarlos, ¿a quién desplazamos?.

Casi sin darnos cuenta llegarán los plazos de solicitud de centro y como todos los años resurgirán viejas polémicas sobre el tema: públicos y concertados, centros gueto…; este año hablaremos también de la zona única en Pamplona y su posterior valoración. Pero mientas el sistema educativo sea incapaz de alcanzar una solución efectiva, seguiremos culpabilizando a los individuos y la incapacidad del sistema seguirá convirtiéndose en caldo de cultivo del rechazo y de los consiguientes problemas de integración y enfrentamiento que se manifestarán en el futuro.

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