Árbol solidario

Niños de Maruri-Jatabe piden sus deseos observando la realidad de otros sin recursos. Texto y

Deia, 14-12-2008

UN árbol navideño vacío, papeles de colores y varias pinturas hicieron ayer que los niños de Maruri – Jatabe mostraran su compromiso con los menos favorecidos y que aprendieran que no todos los pequeños viven de la misma manera estas fechas. Elkartasun zuhai – tza, tal y como le han llamado a este particular árbol de los deseos, recogió así la sensibilidad de una quincena de niños maruritarras.

El árbol navideño forma parte de una campaña más ambiciosa cuyo objetivo último es informar y sensibilizar de la situación de la infancia más desfavorecida del mundo y el llamamiento a la implicación para erradicar lacras como la pobreza y las guerras. Es por ello que la Kultur Etxea acogió también una charla y muestra fotográfica sobre las distintas realidades que viven los países del Tercer Mundo, con imágenes de menores palestinos, keniatas, ecuatorianos, hindúes, burkinabés, marroquíes, saharauis, congoleños, nepalíes o muestras de la pobreza más cercana.

Así, los vecinos más pequeños de esta localidad, pudieron tomar nota y comprobar que no todas las navidades son iguales en otras partes del mundo, llenas de regalos o festejos como las suyas. Por ello, algunos de los presentes tomaron pequeños compromisos, como Mirene y Nagore, gemelas y las mayores del grupo, con nueve años, que prometieron “no malgastar agua y plantar nuevos árboles para cuidar el planeta”.

Todos los mensajes y dibujos solidarios planteados durante la mañana fueron colgados en el árbol y permanecerán allí durante el tiempo que se prolongue la campaña navideña. Los compromisos de todos y cada uno de ellos fueron introducidos en sobres cerrados, con la dirección y el sello correspondiente a cada uno, indicando el plazo que se dan para cumplir sus promesas. Transcurridos unos meses, los menores recibirán en el domicilio de sus padres esos sobre con los deseos, y podrán comprobar si los han cumplido.

Asimismo, los pequeños aprovecharon las pinturas que tenían a su alcance para diseñar adornos navideños mientras otros escribían sus cartas a Olentzero; en todos los casos, además, pidiendo pocos regalos aunque eso sí, todos juraban y perjuraban haber sido buenos.

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