La Euskadi de las 100 lenguas

El País Vasco goza en estos momentos de la mayor variedad lingüística de su historia

El Correo, ISABEL URRUTIA, 14-12-2008

La variedad lingüística en el País Vasco alcanza ya cotas insólitas: en este preciso momento puede que se estén hablando cerca de un centenar de idiomas dentro de la comunidad. Y no es una exageración. El Observatorio Vasco de Inmigración (Ikuspegi) y el equipo técnico de Amarauna – Unesco Etxea han elaborado un informe titulado ‘Lenguas e inmigración’ que avala esa cifra. Tras un arduo trabajo de campo – que ha supuesto el contacto con asociaciones, entrevistas y el estudio en profundidad de la situación lingüística de los países de origen – , han descubierto un panorama típico del siglo XXI. La diversidad es la regla general. Con la puntualización de que «un trabajo más exhaustivo» elevaría el número de idiomas que se han contabilizado.

En este estudio se ha tenido acceso al perfil de 98.524 inmigrantes empadronados en Euskadi a fecha de 1 de enero de 2007. La mayoría proviene de América (49%); le siguen europeos (29%), africanos (18%) y asiáticos (4%). Entre todos, suman más de 77 países. A los expertos les bastó una primera toma de contacto para constatar que el continente negro es políglota en su mayoría. Los africanos cambian de acento y gramática con suma facilidad, están habituados a relacionarse con gentes que hablan distintos idiomas y conservan el suyo propio gracias al uso. No les hace falta ningún incentivo o estímulo.

En Nigeria conviven 470 lenguas, en Camerún unas 280 y en Congo no bajan de las 220. Por poner tres ejemplos extremos que cita el informe. Es un panorama que, a escala mucho menor, también se reproduce en el País Vasco. En Euskadi hay unas 16.822 personas de cerca de 22 países africanos y entre todas hablan más de 50 lenguas. Muchos vienen de Marruecos y Argelia, pero también de Senegal, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Ghana, Mali, Camerún…. Un mosaico donde el plurilingüismo adopta la forma de las muñecas rusas, es decir, las lenguas se superponen: en muchas ocasiones, se habla un idioma que corresponde a la antigua nación colonizadora, otro muy extendido en su país y un tercero de carácter más local o comunitario.

Menos «prestigio social»

En cuanto a América, se produce el fenómeno contrario: Ikuspegi y Amarauna – Unesco Etxea se han encontrado con más de 20 países y sólo nueve lenguas, de las que cuatro (castellano, portugués, inglés y francés) son de origen europeo y oficiales en los respectivos Estados. Las restantes son propias de la población indígena y se han detectado entre inmigrantes de Paraguay, Bolivia, Ecuador, Chile y Argentina. Aparte del guaraní (cooficial en Paraguay con el español), el quechua y aimara (al mismo nivel que el castellano en Bolivia y Perú), el mapudungun (lengua que hablan muchos indios de Chile y Argentina) y el quichua (propio de Ecuador), no se han contabilizado más idiomas autóctonos. No siempre es fácil conseguir que sus hablantes reconozcan que hablan otra lengua, además del castellano. Algunos prefieren pasar por monolingües.

Entre las conclusiones de la investigación, consta que a veces se oculta la verdad porque uno de los idiomas tiene «menos prestigio social». Y eso, a pesar de ser el patrimonio lingüístico de unos 25 millones de personas, como es el caso de las lenguas indígenas en América Central y del Sur. Sea como sea, el conocimiento del español acarrea dos consecuencias directas en el País Vasco, en palabras de los redactores del informe: «Facilita su inserción social y laboral (….) y también repercutirá en el proceso de recuperación lingüística del euskera». Es decir, es muy posible que no se animen a matricularse en un euskaltegi si pueden desenvolverse en la vida diaria sólo con el castellano.

La inmigración de Europa, por su parte, no plantea tantos cálculos: vienen de más de 29 países y se ha identificado prácticamente la misma cantidad de idiomas. Suele coincidir, casi siempre, con la lengua oficial del lugar de origen. Una singularidad que obedece al «modelo adoptado para la construcción nacional de los Estados, oficializando una lengua como nacional en contraposición a las otras concurrentes». No obstante, se añade, «el objetivo nacionalizador (…) no se ha conseguido en su absoluta puridad». Salvo Islandia, Liechtenstein y la Ciudad del Vaticano, «todos los países europeos son multilingües, es decir, existen lenguas minoritarias».

Oficiales

Sirva de muestra que se han encontrado rusos que hablan calmuco, rumanos que dominan el romaní y georgianos que se comunican en mingrelio o svano. Al margen, claro, de catalanes y gallegos, que también se incluyen en este estudio como inmigrantes con lengua propia. Son de los pocos, se subraya, que disfrutan en sus territorios «de la cooficialidad de su idioma», que es minoritario en el conjunto del Estado. Una excepción en Europa. De las 225 lenguas que se hablan en el Viejo Continente, sólo 35 son oficiales.

Para terminar, Asia se muestra como una incógnita. Apenas representa el 4% del total de la población extranjera y «en situaciones de este tipo tienden a primarse o declararse idiomas de un alto nivel de oficialidad». En definitiva, es posible que las 16 lenguas procedentes de los poco más de seis países identificados en el trabajo de campo sean, en el fondo, muchas más. No en vano se hablan unas 2.180 en aquel continente. Pero, claro, no siempre es fácil adentrarse en los colectivos de inmigrantes, sobre todo cuando se trata de un mundo tan hermético y variado como el asiático. Sin ir más lejos, China es el país de la mayoría de inmigrantes asiáticos y allí, además del mandarín, se habla cantonés, ganyú, hakanés, min, vuyú, xiang, yinyú… En el futuro, por tanto, habrá que «perfeccionar los instrumentos de recogida de datos y depurar la información».

¿Qué se saca en claro de todo esto? De entrada, el Observatorio Vasco de Inmigración (Ikuspegi) y el equipo técnico de Amarauna – Unesco Etxea subrayan «la necesidad de seguir investigando (…) para promover y proponer relaciones e interrelaciones razonadas y razonables entre las lenguas». Tampoco dudan en acentuar la importancia de unas políticas «y procesos de especial mimo» con el euskera porque «la supuesta neutralidad estatal de los liberales es la gramática de los vencedores». Y concluyen el informe ‘Lenguas e Inmigración’ parafraseando al profesor de filosofía de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Avishai Margalit: «Deseamos proponer una sociedad decente, en la que las instituciones no humillen a sus miembros, ni sus miembros se humillen entre sí».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)