INMIGRACION

Un billete directo desde Medellín a la lista del paro

El Mundo, Domingo Soriano, 07-12-2008

Extranjeros que se dirigen a España a través del programa de contratos en origen se encuentran sin trabajo al llegar. Cumplo todos los requisitos, vine desde Colombia con un contrato en origen y ahora me dicen que me vuelva… Me han dejado con el culo al aire». Dairon Alberto Bedoya asegura que hace unos años tuvo varias oportunidades para venir a España como ilegal.Su hermana lleva viviendo en Getafe mucho tiempo, por lo que no le hubiera resultado demasiado difícil obtener un visado de turista para visitarla. Luego, quedarse, aunque fuera sin papeles, no habría sido complicado. Pero nunca quiso llegar así, «a lo mejor es que soy demasiado precavido, pero siempre intenté venirme legal».


El perfil de Dairon se ajusta a la perfección al del parado prototípico que figura en las estadísticas del INEM: varón, de entre 30 y 40 años, trabajador de la construcción (o industrias auxiliares) e inmigrante. Según las cifras conocidas el pasado martes, en noviembre del año pasado sólo había 198.174 extranjeros en paro.Desde entonces, 181.286 (un 91% más) han pasado a ingresar en las listas de las oficinas públicas de empleo. Y de éstos, casi 64.000 provenían de la construcción. Por eso no es extraño que muchos de aquellos que, como Dairon, fueron contratados en origen en los primeros meses del año, cuando todavía la situación no parecía tan dramática y el Gobierno no pronunciaba la palabra crisis, se encuentren al aterrizar en Barajas compuestos y sin empleo.


La historia de este colombiano de Medellín comienza a finales de 2007, cuando un empresario getafense conocido por su cuñado y que tenía una empresa de pinturas le ofreció un trabajo. Tanto Dairon como su empleador acudieron a los organismos oficiales necesarios (consulado, Ministerio de Trabajo,…) para tramitar un contrato en origen de un año de duración. El 28 de febrero, le dieron la noticia de que todos los permisos estaban en regla y dos meses después Dairon aterrizaba en Barajas con la intención de iniciar una nueva vida.


Los problemas comenzaron apenas llegó a Getafe y supo que la empresa que le contrató había quebrado. Al principio, no se preocupó demasiado porque el dueño de esta compañía, que se había establecido como autónomo, le dio de alta en la Seguridad Social para que trabajase ayudándole: «Este hombre se portó a la altura, no me dejó tirado». Todo parecía arreglado y Dairon se preparó para ahorrar el máximo de dinero posible en los 12 meses durante los que podía permanecer en España. Pero no sabía que acababa de entrar en un laberinto burocrático que haría las delicias de Franz Kafka.


Cuando acudió al Ministerio de Trabajo para regular su situación supo que no estaba registrado legalmente y que debía volver a su país. La razón: que la empresa que le había contratado no era la misma que le ofreció el contrato en origen (que había quebrado). Aunque trató de explicar por todos los medios que su jefe era el mismo que le llamó a Colombia y que simplemente había cambiado la empresa por su posición como autónomo, nadie le hizo caso: «Ahora me dicen que me vuelva, pero ¿cómo? No tengo dinero para el pasaje y debo 2.000 euros en Colombia (los gastos en los que incurrió para venir a España). He metido en problemas a mi novia y a mi madre».


Dairon se ve entre la espada de la ilegalidad y la pared de la falta de recursos. En verano se enfadó con su hermana y tuvo que dormir varios días al raso: «Estuve a un paso de la mendicidad».Gracias a una ONG que le recomendó una de las trabajadoras sociales de Getafe encontró el piso de acogida en el que ahora vive. Esta semana ha tenido suerte y ha trabajado tres días, repartiendo publicidad, a razón de 30 euros al día. Además, le han comentado que quizás pueda conseguir una ayuda para comprar el billete de vuelta: «Pensé que venir me cambiaría la vida, y lo ha hecho, pero para mal. Yo en mi país era alguien, tenía un trabajo. Ahora, no sé lo que me encontraré».


Más retornos en ocho meses que en todo 2007


«Regresar es como migrar por segunda vez, el país que dejaste ya no existe». Quien habla así es Oscar Jara, responsable de la oficina de la Secretaría Nacional del Migrante que el Gobierno ecuatoriano tiene en Madrid. Cada semana reciben a unas 400 personas que quieren volver al país andino porque el sueño europeo (en este caso español) ha acabado en un despertar abrupto. «La crisis ha aumentado mucho la necesidad de información sobre los planes de retorno voluntario, especialmente desde que se anunció el nuevo plan del Gobierno», explica.


Trabajo lleva varios años desarrollando programas de retorno voluntario a través de las ONG, que consisten en el pago del billete de avión y una pequeña ayuda económica (hasta 400 euros por persona). Pues bien, en los ocho primeros meses de 2008, ya han regresado a su país a través de estos programas más personas (1.281) que en todo 2007 (1.184).


El miércoles pasado, en la oficina de Oscar Jara había una veintena de personas pidiendo información. Entre ellas, estaba Jesús Alarcón, un ecuatoriano que lleva casi tres años como ilegal en España y que hace cinco meses perdió su trabajo como almacenista. Ahora, busca ayudas, «no tengo ni para el pasaje de vuelta». Junto a él se encuentra Félix, un profesor de Magisterio que en España comenzó como peón de albañil. Tras llegar a ser oficial de pintura y conseguir poner en regla su situación, perdió su empleo: «Necesito volver, tengo dos hijos estudiando que dependen de mí».

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