“En nuestra situación, crisis es no trabajar”, dice Cisse Cheikhov, senegalés de 40 años que vino a España en busca de un futuro mejor hace ya cinco años. En Dakar dejó a su familia y ocho años dedicados a la informática. Un amigo le convenció para que viniera a España, donde podía ganar más dinero trabajando. Aunque sin papeles, no tuvo muchos problemas para encontrar empleo: su amigo lo colocó en una empresa dedicada a la construcción.

“Antes daba igual que no tuvieras experiencia, había trabajo en la construcción, también para la gente que no tenía papeles”, explica Cisse, que trabajó como peón en construcciones y reformas sin tener experiencia alguna.

Ahora, la crisis ha cambiado las cosas, es complicado encontrar un empleo y hay que tirar de lo ahorrado. Cisse conoce a gente que se está planteando regresar a su país, y él mismo valora la idea de volver “para montar algo” allí. “No tenemos trabajo, y entonces no tenemos para comer ni para pagar gastos; tampoco para dar de comer a nuestra familia allí, nuestra crisis es también la suya”.

Siempre que ha podido, Cisse ha mandado dinero a su familia, pero últimamente apenas puede hacerlo: “La cosa está mal y ellos lo saben”, afirma resignado. También cree que de alguna forma ha cambiado la ayuda que reciben. “Antes había más ayudas para los proyectos, ahora van a menos”, cuenta Cisse, en contacto con varias asociaciones de inmigrantes y de españoles que los apoyan.

Alquilar, más fácil

Aunque no compense estas penurias, el lado positivo es que alquilar un piso es ahora más fácil para los inmigrantes. Cisse asegura que hace tiempo los dueños “ponían muchas pegas”: avales, muchos meses de fianza, señales… Ahora, en cambio, las condiciones se han vuelto más flexibles, “se nota que necesitan alquilarlo”.

Cissé pide comprensión para la situación en la que se ven muchos inmigrantes ante la crisis: “Si hay crisis hay crisis para todos, que no nos pongan a nosotros más problemas que a los demás”.