Y van 45

«Ninguna ley española, por supuesto no la del Menor, contempla el fenómeno de los niños-cayuco, aunque se les aplica sin ningún pudor»

Canarias 7, Juan Manuel Pardellas, 22-11-2008

En lo que va de año hasta este miércoles, han logrado alcanzar la costa de Canarias 7.932 inmigrantes magrebíes y subsaharianos. A este ritmo, las cifras nos sitúan en el año 2004, contando con que 2003 y 2002 superaron los 9.000, pero 2002 apenas registró 4.000. Este año tampoco nadie sabe cuántos han zarpado desde la costa vecina y, por tanto, cuántos han engrosado esa tremenda fosa común que es Atlántico de la travesía de la muerte. Marruecos asegura haber atrapado a más de 14.000, Mauritania a más de 4.000, Frontex a más de 5.000 El año pasado, mayo, septiembre y octubre fueron los meses en que llegaron con vida más personas. En 2008, septiembre y junio. Las estadísticas oficiales registran 45 jóvenes, algunos de ellos sólo niños, fallecidos en este año, ayer el último (después de que lo recuperaran en el muelle nada menos que seis veces!!!), frente a los 39 de 2007. Siempre hemos comentado que son cifras muy engañosas. Entre los mártires del año pasado no se contabilizan los más de 80 que se hundieron durante una operación de rescate en alta mar, que tanto lloraron sus compañeros, sus salvadores y toda la gente de bien. Sólo en los 11 primeros meses de este año han llegado a las islas 850 varones a los que las pruebas radiológicas de los huesos de la muñeca identificaron como menor de edad (el total del año pasado fue 878). Nada en este país, en esta Europa grabada a fuego en la mente de estos jóvenes como el paraíso que, en realidad, no existe, está diseñado para el fenómeno de los niños – cayuco. Por ejemplo, la prueba radiológica que determina quién es adulto de quien no, toma como modelo un niño nórdico. Ya me dirán qué tienen de parecido, siquiera remotamente, la alimentación, condiciones ambientales y personales de un niño danés y de un senegalés o maliense. Luego está algo mucho más gordo. Ninguna ley española, por supuesto no la del Menor, contempla el fenómeno de los niños – cayuco, aunque, a falta de algo mejor, se les aplica sin ningún pudor. Eso sí, con la displicencia de nuestra clase política. De la gobernante en esta tierra los últimos 15 años y, a quien culpabilizo muchísimo más, de la displicente, anodina, complaciente y nada comprometida oposición socialista. En suma, luego me preguntan qué tiene un negro africano que no alguien de esta tierra. Dénme papel y lápiz, que es largo

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