Silvio Berlusconi volvió a incidir ayer en la polémica que suscitó el mes pasado la reforma educativa. El presidente italiano se manifestó claramente a favor de separar a los niños inmigrantes recién llegados de los italianos en las escuelas. No se trata de ninguna «discriminación, sino de algo lógico y necesario que beneficia tanto a los niños como a las maestras», aseguró. Sin embargo, la oposición se apresuró a calificar la iniciativa de «xenófoba y discriminatoria».

Berlusconi, que hizo estas declaraciones durante una conferencia con motivo del Día Mundial de los Derechos de la Infancia, consideró la medida «de sentido común» ya que «el insuficiente conocimiento del italiano hace que los suspensos sean tres veces más entre los niños extranjeros respecto a los italianos».

El primer ministro insistió en que no se trata de una medida discriminatoria, poniendo el acento no en el hecho de que la separación de los menores será más útil para la enseñanza del italiano a los extranjeros.

La Cámara de Diputados aprobó el pasado mes de octubre una enmienda presentada por la Liga Norte, socio de Berlusconi en el Gobierno, para modificar las leyes educativas. El proyecto, que tiene que seguir su trámite parlamentario, propone realizar un test de lengua a los alumnos extranjeros. Los menores que no lo pasen tendrán que recibir clases de italiano antes de poder seguir sus estudios con niños de su edad.