Agricultores de importación

Decenas de temporeros rumanos se alojan en un albergue junto a los campos de Llíria donde recogen naranjas

Las Provincias, M. RODRÍGUEZ, 20-11-2008

Vienen de Rumanía desde hace nueve años con trabajo, un sitio donde ducharse y dormir y comen de caliente todos los días. Son los temporeros que recogen la naranja en muchos campos de Camp de Túria y residen mientras dura la campaña agrícola en la finca Edeta, en término de Llíria. Estos alrededor de 70 asalariados son sólo algunos de los centenares de súbditos que llegan de este país y otros como Bulgaria, Polonia o Marruecos. Son mano de obra agrícola de importación.

“Con la crisis igual hay más demanda de obra de gente que vive allí, pero esta situación pasará y en el campo se necesitan trabajadores”, indicó Cristóbal Aguado, presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVAASAJA).

La finca Edeta es un ejemplo de esa tendencia a traer asalariados extranjeros en la época de la recolección. Pavel, el encargado de los trabajadores señalaba ayer que con este son nueve los años que llegan rumanos a recoger naranja a Llíria, para lo cual tramitan el permiso con la Delegación del Gobierno.

“Yo paso unos seis meses, dependiendo del trabajo que haya, desde hace seis años. Aquí se gana más que en Rumanía”, indica Ionel Jurj, soltero de 23 años, quien afirma sentirse a gusto en Llíria, donde suele ir en sus ratos libres. Pese a todo, prefiere residir en su país. “Allí tengo una amiga, en el futuro ya veremos”.

Los temporeros rumanos estaban trabajando ayer por la mañana en un campo de clementinas a un escaso kilómetro de la finca Edeta. Por la tarde, fueron a otra explotación ubicada en término de Bétera.


Desayunan fuerte y no almuerzan

La jornada empieza muy temprano en el albergue de temporeros. Los asalariados desayunan fuerte. “En Rumanía no tienen costumbre de almorzar como aquí”, explicaba una de las dos mujeres, nativas de aquel país, encargadas de la cocina.

Ataviados con ropa y calzados cómodos, la mayoría de ellos con gorra, marchan a trabajar. Si la explotación está fuera de Llíria, llevan una bolsa de picnic. Si el puesto de trabajo se halla cerca, regresan a la hora de la comida a Edeta.

“Para hoy (por ayer) estamos haciendo puré de patatas y carne, para que coman como si estuvieran en Rumanía”, explican las cocineras. Sobre los bancos había pepinillos y verduras como puerros, zanahorias, cebollas, pimientos y tomates. Ingredientes que de una dieta que desde luego no se diferencia mucho de la Mediterránea.

Tras una intensa jornada laboral hay otro plato de caliente. Pero la comida no lo es todo. Una ducha relajante es el paso previo a unas horas de descanso. Hay un salon comedor donde se ubica la televisión desde la que los temporeros pueden sintonizar un canal rumano. Las habitaciones son compartidas por entre cuatro y nueve personas más.

Un Nuevo Testamento en rumano abierto por el capítulo 22 de Hechos. Televisión, charlas y libros copan el escaso tiempo de ocio de personas que durante meses que marchan de sus casas a miles de kilómetros en busca de trabajo. La Conselleria de Inmigración ha destinado este año 240.000 para subvencionar a AVA los gastos de alojamiento y atención a los temporeros extranjeros.

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