Rancho seguro

Las Provincias, RAMÓN PALOMAR, 18-11-2008

La seguridad del rancho a mediodía se ha destapado como el infalible anzuelo para captar nuevos soldados. Tras unos años de escasas vocaciones hacia la milicia, ha bastado el zafarrancho de la crisis para despertar el adormecido ardor guerrero de nuestros mozos y mozas, atraídos por el sueldo fijo, el techo seguro, la cama limpia y, sobre todo, el desayuno y un par de comidas calientes.

En años anteriores el Ministerio de Defensa lanzaba bellas campañas de anuncios televisivos con estética de Top Gun para que la juventud se enganchase porque nuestro ejército se estaba convirtiendo en el increíble ejército menguante, y los inmigrantes que se apuntaban a llevar el uniforme para conseguir la nacionalidad española apenas cubrían los cupos. Los reclamos de corneta de diseño vendían una vida de acción y altruismo, una aventura constante por tierra, mar y aire donde primaba el compañerismo, el exotismo y una emoción como de Rambo civilizado. Se trataba de una publicidad impecable, dotada de una primorosa factura peliculera, pero fallaban en el mensaje porque la gente pensaba en otras cosas, como por ejemplo pedir un crédito al banco de los milagros para tunear el coche. Nadie percibió que el infalible rancho militroncho, o sea algo tan básico como nutrir el estómago para apaciguar el alma, suponía la verdadera razón para lograr peticiones de ingreso.

Nada como una crisis atroz y un paro desbocado para que florezca una ola de patriotismo. Al soldadito español le gusta la pitanza caliente, como a cualquiera, y en vista del percal tenebroso los motivos prosaicos adquieren su real importancia. Así, hoy, nuestro ejército se convierte en una gran madre que cuida a sus chicos porque allende los cuarteles, las bases y los campamentos hace un frío que pela. Todo por el rancho y viva España.

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