no cortes flores! La señora me echó una bronca monumental. Y yo, abochornada que si sólo era un esquejito pequeño… y ella, que si todo el mundo hiciera lo mismo… Tenía razón.

A partir de ese momento, sin acritud, empezamos a hablar cada vez que nos encontramos paseando al perro. Su conversación es una queja continua: que si los obreros de la calle dejan todo tirado y no se puede ni andar, que si la gente hace mucho ruido, que si las calles están sucias, que si, que si…

El otro día nuestros perros se fueron a olisquear los arbustos del frontón del parque del Norte. La señora llamó a su perra y ésta no le hizo ni caso. Bueno, seguro que hay alguna porquería que les huele bien, comento. “Sí, alguna porquería de perro sudaca”.

¿Cómo dices? La vieja (ni señora ni ná) sigue: “Esos perros sudacas dejan todo lleno de mierda.” (¿?) De acuerdo, le digo, entonces… perros vitorianos que llenan mi barrio de basura los fines de semana. Ella se abochorna y yo me voy a casa de mala oxtia. Llamo a Patricia, que además de boliviana es una de mis mejores amigas. Me comenta que algún grupo de gente sudamericana organiza botellones en el Parque del Norte y efectivamente, lo dejan igual que los vitorianicos en el Casco Viejo. ¡Viva la generalización!

Cebémonos: los sudamericanos son vagos, putas y traficantes; los árabes, ladrones, misóginos y terroristas. Los gitanos, cerdos y mentirosos; los gays sólo piensan en follar; las lesbianas son marimachos; y los adolescentes cocainómanos…

¿Por qué generalizamos lo malo? ¿Por qué no lo hacemos con lo bueno? Tanto vinagre en la vida no es sano. Y precisamente, por nuestra salud mental, hagamos un ejercicio de generalización positiva: los sudamericanos son animosos y muy agradables; los árabes, hospitalarios y educados; los gitanos tienen una conciencia de grupo envidiable; los gays son luchadores y sin prejuicios estúpidos; las lesbianas son las menos sometidas a la presión machista de nuestra sociedad; los adolescentes son optimistas para soportar la porquería de futuro que les estamos dejando… ¿Qué tal?

Caramba… la única frase hecha que se me ocurre sobre el tema es “alavés, falso y cortés”. ¡Vaya con nosotros! tanto criticar y mira por dónde es vox pópuli. Tal vez esforzándonos un poco conseguimos cambiar nuestra fama por “alavés, sano y cortés” (nuestros anillo verde, rollo deportista, bidegorris…) o bien “alavés, solidario y cortés” (los que más sangre donamos…)

¿A que a nadie le gusta que le llamen falso sin conocerle? Porque no lo somos… ¿No?

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