MISIÓN COMERCIAL DE BARCELONA EN CHINA|BARCELONESES 'MADE IN CHINA'

Casi todos los chinos de BCN proceden de Qingtian y Wenzhou, cuna de los zapatos, las gafas y el textil

Hereu visita ambas ciudades para mejorar relaciones

El Periodico, , 13-11-2008

PATRICIA CASTÁN
WENZHOU / ENVIADA ESPECIAL

Qingtian: apenas ningún barcelonés habrá oído hablar de esta ciudad china. Barcelona: apenas habrá ningún chino de esta localidad de la provincia de Zhejiang que no tenga un familiar o amigo viviendo en la capital catalana. Son las dos caras de la moneda de las relaciones chinobarcelonesas. Ayer, un pintoresco grupo de chinos se plantaron a pie de pista en el aeropuerto de Wenzhou (principal ciudad de la provincia) para recibir con una gran bandera catalana y ramos de rosas al alcalde Hereu, en viaje promocional de Barcelona.
Los barceloneses made in China son 12.938 (los empadronados), el 60% se dedican al comercio o la restauración y se relacionan poco con la población local. Sin embargo, un 65% de ellos dicen sentirse barceloneses. Y, pese a que las barreras idiomáticas les llevan en la mayoría de los casos a aislarse culturalmente con sus compatriotas, cada vez son más visibles en cualquier barrio por su innato espíritu comercial. Para conocer la cuna que suministra sin cesar población china a la capital catalana, y para promover nuevas conexiones empresariales e institucionales, Hereu y representantes de la Cambra de Comerç recorrieron Qingtian (de medio millón de habitantes) y Wenzhou (de casi ocho) y se entrevistaron con sus alcaldes.

Una rubia en el karaoke
Entre el comité que recibió como un héroe de guerra al edil en el aeropuerto destacaba una cabeza rubia, la de Estela Farré -Fang Lei en su nueva vida china-, que simbolizaba el caso opuesto, el de la barcelonesa instalada en Zhejiang. Tan raro es dar allí con una catalana, que los chinos se han volcado en acogerla desde que se plantó hace ocho años, con solo 17, dispuesta a hacer de puente con su padre, agente de aduanas en Barcelona. “El primer año aprendí a entenderlos y el segundo a hablar con ellos, pero nunca he estudiado su idioma”, confiesa. Ahora habla mandarín, aunque no lo escribe, situación que con frecuencia se da a la inversa en Barcelona. Abducida por su nueva vida -la delegación que dirige ha pasado de uno a 12 empleados-, sus amigos asiáticos y hasta su diversión (el karaoke es el ocio estrella, en cuanto anochece), no se plantea volver a Barcelona.
Por contra, son muchos los convecinos que sueñan con la capital catalana, en busca de una vida más próspera o para reunirse con familiares. La mayoría de los chinos instalados en Barcelona proceden de Qingtian. Los primeros se instalaron en los 80 y fueron atrayendo a familiares con puestos de trabajo en nuevas empresas. El éxodo se ha frenado ahora, por las trabas de inmigración, pero los vínculos siguen creciendo por la prosperidad de muchas de las empresas de chinos, desde el Chinatown del Eixample hasta Badalona y Santa Coloma.
Wenzhou es el epicentro de la fabricación de zapatos, gafas de sol y encendedores chinos. También del textil, así que quienes desembarcan en Barcelona despliegan esta artillería comercial. “Mis padres abrieron un restaurante chino en Les Corts el Menara, pero yo he venido a estudiar nuevas oportunidades de negocio entre los dos países”, dice Jin Wenliang, que lleva 10 años en Barcelona y forma parte de la comitiva de empresarios asiáticos afincados en Catalunya que acompañan a una misión de promoción local. Como muchos compatriotas, envía dinero a sus abuelos. Cualquier ayuda en euros vale su peso en oro en un territorio donde el salario medio de un operario es de unos 100 euros. Algunos encuentran más fácil vivir de estas ayudas aquí que ir a Europa. En Qingtian pueden comer por menos de un euro y los gastos de piso se amortiguan viviendo en familia. Eso sí, ni alquilar ni comprar (en concesión) es barato. Un piso correcto no cuesta mucho menos de los 560 euros que pagan de media por sus arrendamientos en Barcelona.
Para Yong Qiang Ji, uno de los primeros mayoristas instalados en la ronda de Sant Pere, Barcelona ya es su casa. La integración no ha sido fácil. Un paseo por cualquier calle china deja claro el porqué de los estridentes carteles o de las cajas de género amontonadas en sus tiendas que tantas quejas han generado en el Eixample. Reproducen el modelo comercial que desborda de actividad las ciudades chinas. Cuando llegó hace más de dos décadas, trabajó en un restaurante, luego en una pequeña tienda y ahora en su local mayorista.

Madrid lleva ventaja
También Dai Hua Dong ha hecho de la importación (vía Badalona) y de la restauración (en Alella) una nueva biografía. Representa a la asociación Paisanos de Zhejiang y ayer fue uno de los muchos que brindaron al grito de “campei” con Hereu en Qintiang. Al alcalde no le quedó más remedio que apurar su copa de vino una y otra vez con cada uno de quienes le agasajaban, como manda la tradición. Aguantó y presumió de multiculturalidad. Pero Madrid, con una población china muy superior, ya hace campaña en la zona hace años.

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