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Aumenta el número de indigentes con estudios y empleo

La Vanguardia, , 13-11-2008

LUIS BENVENUTY – Barcelona

Entre los ‘sin techo’ de Barcelona abundan hombres jóvenes, solitarios y extranjeros
Apenas uno de cada tres indigentes de la ciudad de Barcelona vive de pedir limosna. Cada vez hay más jóvenes con empleo y estudios que hacen de la calles su hogar. Son hombres con una media de edad de 41 años, principalmente extranjeros. El 20% tiene estudios de formación profesional, algo menos de secundaria y cerca del 9% universitarios. Y cerca del 20% trabaja en la construcción y la hostelería, lo que demuestra que las dificultades económicas no son el único camino a la indigencia.

Menos del diez por ciento de los sin techo de la capital catalana perdieron su casa por culpa del alcohol. Ahora se emborrachan porque hace frío. Las rupturas sentimentales, los problemas personales y la soledad están tras muchos de los cartones que les sirven de mantas, al menos en el 20% de los casos.

Estas son algunas de las conclusiones de un estudio de la exclusión social de la Obra Social de Caixa de Catalunya presentado ayer y que cifra 1.878 personas el número de indigentes de la ciudad, un dato, no obstante, a tratar con prudencia. En el 2007 más de 4.000 personas sin techo fueron atendidas en algún momento por los servicios sociales municipales. Algunas de ellas se asientan durante años en la misma esquina, pero otros muchos se mueven continuamente en furgonetas de solar en solar.

Uno de los autores del análisis, Pedro Cabrera, profesor de la Universidad de Comillas, explicó que la crisis económica puede llevar a más gente a la pobreza, pero el detonante del salto a la miseria, al arroyo, es la ausencia de ese colchón de amigos y familiares que pueden echar una mano. La soledad también es propia de los extranjeros, de los que no tienen papeles “ni derechos políticos”, apuntó el profesor Cabrera.

Más del 60% de los indigentes son foráneos. Este nuevo perfil de los sin techo de Barcelona viene a poner en cuestión el sistema de reinserción social de la ciudad, insuficiente y mal enfocado, según se deduce del estudio. La mayor parte de estas personas rechaza los albergues y las pensiones de los servicios solidarios, los que se vienen a llamar mecanismos de emergencia, pero estarían dispuestos a vivir en un piso compartido o solos.

El problema es que de las más de mil plazas del Ayuntamiento de Barcelona y las entidades sociales para cobijar a estas personas, menos de 200 son en pisos de inclusión para estancias de largo y medio plazo. Es decir, se acondicionan pabellones con catres cuando hace mucho frío, pero se abren pocas puertas a la esperanza y la reinserción.

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