"El problema de la integración está en la mirada de los demás"

Deia, María R. Aranguren, 13-11-2008

bilbao. Su madre, francesa, y su padre, de Senegal. “Casi como Obama”, expresa sonriendo el cineasta Alain Gomis, que ayer presentó en Bilbao Andalucía, el filme que clausura la II Semana de Cine e Inmigración y que relata la historia de Yacine, un joven francés de origen magrebí que vive en la periferia de París y que sueña con distanciarse de su mundo y encontrarse a sí mismo.

Gomis asegura que, al igual que el protagonista, sabe lo que es sentirse de ninguna parte. “O de todas”, apunta. Y por eso ha conseguido meterse en la mente de este magrebí que sueña con viajar a Andalucía. “El protagonista es hijo de inmigrantes y lleva a sus espaldas el peso de la historia”, explica. “Cuando eres de esta segunda generación de inmigrantes te miran como a un extraño. Vivir con eso es duro, genera frustración y enfado. El personaje quiere vivir una nueva vida, explorar nuevas situaciones y lugares, ser libre. Todos hemos tenido alguna vez ese deseo de buscar nuestro propio camino”, expresa Gomis, que también ha escrito el guión de la película junto a Marc Wels.

Andalucía se estrenará mañana en las salas comerciales. Para quienes acudan a verla, su director advierte: “La película es un viaje en la mente de Yacine. No está basada en un persona real, no es un filme social, ni pretende enseñar sobre inmigración. Es una historia de ficción que ahonda en el tema de los derechos humanos”.

nueva mirada Cuando se le pregunta a Gomis por cuáles son los principales obstáculos para una integración plena del inmigrante, contesta: “El problema de la integración está en la mirada de los demás, en cómo mira la gente”. Y de poco sirve que un inmigrante llegue a gobernar un país, como Sarkozy en Francia. “También hay mujeres árabes que son ministras, pero eso es algo puntual. Es bueno para los niños, para que puedan ver en imágenes o fotografías imágenes de diversidad, pero la elección de las personas se debe hacer conforme a su talento”, opina.

Él mismo recuerda cómo empezó a ser consciente de las miradas de los demás. “Con diez o doce años te das cuenta de que no te miran igual, que no estás presente en la tele o en otros espacios, pero España, como otros países, no es igual ahora que hace 50 años. Es algo que Europa tiene que aceptar”, asevera. “Aunque entiendo la dificultad que supone que todo cambie en tan poco tiempo”.

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