«España no es racista, pero hay brotes de racismo»

ABC, MANUEL FRÍAS | MADRID, 12-11-2008

Las críticas del Marsella, refrendadas luego por la UEFA, contra el Atlético de Madrid y la negativa de la selección inglesa de fútbol a jugar un amistoso en el Santiago Bernabéu contra la de España, porque en este estadio, dicen, se insultó a sus jugadores de color en el último encuentro disputado por ambas selecciones, ha vuelto a poner en un primer plano el problema del racismo, la xenofobia y la intolerancia en el fútbol español. Para las autoridades deportivas españolas, el problema no es tan grave como se quiere decir desde algunos países europeos. «Ni en el Reino Unido ni en Francia creen que España es un país racista. Hay medios de comunicación, en su derecho de la libertad de expresión, que escriben cosas con las que no estamos de acuerdo, como es el caso del Atlético de Madrid. España no es un país racista pero hay brotes de racismo, problema que está más ligado a la sociedad que al deporte», dijo Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, en los Desayunos deportivos de Europa Press.
Recientemente, Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, apuntó que «no se puede calificar de racistas a unos aficionados que veneran a Diarrá, Roberto Carlos, Perea o Paulo Assunçao».
Lo cierto es que esta temporada las sanciones por motivos racistas, xenófobos e intolerantes en el fútbol español han descendido ligeramente en relación a las habidas la pasada temporada, cuando aún no se ha cubierto el primer tercio de la Liga.
Según datos aportados por la Comisión Antiviolencia, la temporada pasada hubo un total de 32 sanciones contra el racismo de 6.000 euros cada una, cinco de 4.000 euros y dos de 3.001 euros, lo que hacen un total de 39 sanciones y de 218.002 euros. Los datos al término de la novena jornada de la presente temporada dan siete sanciones de 6.000 euros y dos de 4.000 euros, para un total de nueve sanciones y 50.000 euros.
La aparición de una pancarta el domingo en el estadio Sánchez Pizjuán que atacaba al racismo y actitudes particulares, como la anunciada recientemente por Joan Laporta, quien incorporará a los jugadores que fiche el Barcelona cláusulas antirracistas en sus contratos, han ayudado a esta nueva percepción.

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