'Los Mudos' hablan

La familia del joven que agredió a un menor marroquí en el barrio murciano de Los Rosales rompe su silencio para defenderse

La Verdad, RAÚL HERNÁNDEZ, 05-11-2008

Ha pasado una semana y media desde que tuvieron que salir escoltados por la Policía de su casa con lo puesto bajo una lluvia de piedras e insultos. Aún tienen grabada en la retina la imagen de la multitud de magrebíes apedreando su casa, y es la que provoca su miedo.

La familia Rubio Martínez, conocida en el barrio de Los Rosales como Los Mudos, ha querido hablar en el programa Latidos Urbanos de Canal 6 y defenderse de las acusaciones que, tanto los medios de comunicación como los vecinos del barrio, han vertido sobre ellos.

No van a volver a casa, no quieren volver a Los Rosales. Sólo ha regresado el padre, José Antonio Rubio, de 53 años, y su mujer, Asunción Martínez conocida como La Muda, de 41 años, para proteger su propiedad. Desde que salieron corriendo de su vivienda, han entrado varias veces por una de las ventanas y les han robado. «Todavía no he mirado bien lo que falta, pero se han llevado un móvil, comida y ropa. Estoy seguro de que nos han limpiado porque está todo patas arriba», denuncia el padre.

Hasta el jueves de la semana pasada, él y su esposa han dormido en el coche. El resto de la familia se ha alojado en casas de amigos y familiares y no van a volver. «Nos queremos ir de Los Rosales. Ya no aguantamos más los insultos de la gente y las acusaciones constantes». Los enfrentamientos entre miembros de la familia y algunos marroquíes se tornan cada vez más virulentos. No parece que exista reconciliación.

«Cada paso es un insulto»

«Nos llaman racistas porque no nos callamos. A mi mujer la han amenazado varias veces con cortarle el cuello y mis hijas no pueden salir solas. Cada paso que dan es un insulto o una impertinencia que tienen que aguantar. Pero ellas son fuertes de carácter y no lo toleran y les responden. Por eso nos tachan de racistas», explica José Antonio contestando a las acusaciones que les señalan como una de las familias más problemáticas del barrio.

José Antonio se instaló hace 36 años en una vivienda de protección oficial en la calle Álamos de Los Rosales. Tiene seis hijos. El nombre de Los Mudos les viene por la minusvalía que padece su esposa Asunción. Ambos cobran una pensión, aunque ella espera que la llamen otra vez de la Once.

A sus cuatro hijos mayores de edad les ha pillado todo por sorpresa porque nunca han tenido problemas en el barrio. Reconoce que sus dos hijos menores, de 14 y 15 años, son los conflictivos y que saben demasiado de las miserias de la vida para la edad que tienen.

«Claro que he tenido problemas con ellos. Pero son niños. No son peores que cualquier niño del barrio. Se han criado entre marginalidad, drogadicción y violencia, que es lo único que hay aquí. Desde muy pequeños han visto cómo un toxicómano se pinchaba en el portal de mi casa, o cómo un desgraciado se fumaba un chino en la puerta del colegio de Los Rosales. No justifico su conducta, pero cuando personas de una raza concreta amenazan cada día a tu madre de muerte, ¿cómo reaccionas tú? Son así porque se han criado en Los Rosales».

El más conflictivo, Abraham, tiene 14 años y fue el que agredió al menor marroquí el sábado 25 de octubre. Su versión dista mucho de todo lo que se ha dicho hasta ahora.

«Según me contó, él estaba con un amigo y con tres niños marroquíes en el jardín. Uno de los magrebíes le dijo a mi hijo que uno de ellos le quería pegar y mi hijo le pegó un puñetazo en la cara, su amigo le dio una patada y ahí se quedó la cosa. No fue un linchamiento, fue una cosa de críos. Al día siguiente vinieron varios magrebíes a la puerta de mi casa dando golpes y buscando a mi hijo. Lógicamente, yo no abrí y el resto ya sabéis vosotros lo que pasó».

Además de ese altercado, su hijo menor ha sido acusado por los vecinos de ser el más problemático. Por ese motivo lleva ocho meses yendo a un centro de menores con problemas de conducta en Murcia junto con su hermano, Aaron de 15 años, que además asiste a cursos de formación profesional.

«Es lo único que podemos hacer; intentar que cambien su comportamiento por medio de profesionales. Y ahora me he dado cuenta que el siguiente paso que tenemos que dar es irnos de Los Rosales. Mis hijos ya no van a pisar más el barrio y ya no va a haber más peleas, ni violencia por su culpa. A partir de ahora, cuando ya no estemos, a ver a quién le toca que le linchen porque los marroquíes que fueron a por nosotros, una vez que han empezado, no van a parar hasta que quedarse con el barrio».

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