Una boda ortodoxa para no olvidar

Las celebraciones rumanas son un ejemplo de interculturalidad en Sagunto

Las Provincias, M. AUCEJO, 04-11-2008

Sonrisas, tradición y felicidad. Sentimientos a flor de piel en la última boda ortodoxa rumana celebrada en el núcleo de Puerto. La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de Begoña, donde se dieron cita numerosos invitados que participaron en un rito que nada tuvo que envidiar a las tradicionales bodas de Rumania.

Un día inolvidable para Daniel y Camelia, dos rumanos que llevan cerca de seis años viviendo en Sagunto y que quisieron compartir este momento con sus seres queridos. Y es que la comunidad rumana va creciendo a buen ritmo, ya que se ha multiplicado por cinco los últimos tres años, alcanzando cerca de 2.230 rumanos empadronados en el municipio.

La ceremonia se celebró tal y como manda el rito ortodoxo sin faltar ni el más mínimo detalle. Hasta los músicos y la orquesta que amenizaron el convite llegaron expresamente desde Rumania. Incluso los platos típicos fueron creados especialmente con productos de establecimientos especializados o traídos desde esta región de Europa del Este.

La jornada festiva comenzó como manda la tradición, ya que dos solteros, elegidos por los contrayentes, acompañaron al novio portando dos velas hasta la casa de los padrinos. Estos cirios expresan el mensaje de Cristo: “Yo soy la luz del mundo” y se encienden durante la ceremonia para que los esposos sean también la luz en su vida marital.

En casa de los padrinos se vivió una ambiente festivo en el que reinó la sinfonía de los Làutarii, músicos reunidos en torno al novio con canciones propias de las ceremonias nupciales.

Al ritmo de la música fueron tomando productos típicos como salam (chorizo), casçaval (queso), vino y tuica (orujo de frutas).


Dos coronas

Hasta que llegó el momento de encontrarse con la novia. Una tradicional visita en la que la madrina le coloca el velo a la futura esposa. Y así llega uno de los momentos más esperados, cuando el novio alza a su esposa en su silla y la lleva hasta donde se encuentran los padrinos y los solteros elegidos por los contrayentes.

Después, cada uno de los futuros esposos hacen su aparición en la iglesia en coches separados y comienza la ceremonia. En este acto religioso, los novios portan dos coronas como símbolo de que su matrimonio sea testimonio de Cristo. Casi al final de la ceremonia, los novios, los padrinos, los solteros que portan las velas y el cura se cogen de las manos y dan vueltas alrededor de una mesa.

Al igual que en las bodas católicas, está presente la figura del anillo. Aunque en esta ocasión, son los padrinos quienes colocan las arras a los contrayentes.

Al finalizar la ceremonia, los asistentes felicitaron al marido y a la mujer y se trasladaron hacia uno de los restaurantes de la localidad donde tomaron platos típicos de Rumania como Sarmale (rollitos de carne con col), así como el Cozonac (pastel parecido al roscón de Reyes).

Las bodas ortodoxas son cada vez más comunes en el municipio dado el gran número de población rumana que reside en la localidad.

Aunque los bautizos superan el número de enlaces matrimoniales ya que, según explicó una de las asistentes a la ceremonia, “supone un gran gasto especialmente cuando se trae a la familia de Rumania”, apuntó.

Y es que es muy importante para los contrayentes que la familia esté presente en un día tan especial.

Aunque muchas veces resulta “muy costoso” para los novios traer a sus familias hasta España, especialmente en esta época de crisis económica.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)