La familia negra de McCain
Los más de cien esclavos de la plantación de algodóndel tatarabuelo del candidato republicano heredaron elapellido del patrón como era costumbre en el siglo XIX
El Correo,
,
03-11-2008
El chiste era tan fácil como de mal gusto. Ya saben aquel del esclavista y el esclavo que luchan por llegar a la Casa Blanca. Pero le faltaba rigor, ya que el padre de Barack Obama no era afroamericano sino keniano. Se rompió así una de las partes de la chanza. La otra resiste el embate. Porque el tatarabuelo de John McCain sí tenía bajo su yugo a más de un centenar de trabajadores comprados para labrar su plantación de algodón en el estado de Mississippi. Eso sí, fue antes de las Guerra de Secesión, a principios del siglo XIX.
La familia negra de McCain, que lleva su apellido porque en aquella época todos los esclavos heredaban la filiación de su propietario como marca de la hacienda, es, en cambio, seguidora de Obama, por obviedad. «El candidato demócrata es la culminación del sueño por el que han luchado cinco generaciones de nuestra gente, desde que mis antepasados esclavos fueron liberados. Además es la mejor persona para ocupar el cargo en estos momentos de nuestra historia», sostiene Lillie McCain, profesora de Psicología en el Mott Communitty College de Michigan, que ejerce de portavoz de los otros de la genealogía.
Lillie McCain, que fue una de las primeras afroamericanas en graduarse en un instituto mixto, recuerda el día en que escuchó a Martin Luther King en el municipio de Greenwood, cercano al suyo, y asimismo cómo dos de sus hermanos fueron arrestados después de una marcha organizada en Jackson por el Comité No Violento de Estudiantes para reclamar derechos civiles. Allí se acuñó la expresión ‘black power’ y allí poco después los supremacistas quemaron la iglesia. Lo intentaron con los manifestantes dentro, pero no llegaron a registrarse víctimas. Ahora el cuadragesimocuarto presidente de Estados Unidos puede ser negro.
Escrutar el pasado
No odia al candidato republicano, pero tampoco le venera. Su tatarabuelo, el liberado por el jefe William Alexander McCain, sí adoraba a su antiguo dueño. «Isom, que así se llamaba según me contó mi madre, nunca rompió los lazos con la plantación Teoc. Consideraba que su antiguo patrón era un buen hombre, que nunca abusó de sus esclavos», sostiene Lillie, que cuenta con 56 años, a ‘The Wall Street Journal’. El diario arribó a la historia alertado por uno de sus lectores.
Su formación académica le ha permitido escrutar en el pasado de su familia en archivos públicos hasta descubrir que el tatarabuelo Isam obtuvo la libertad en torno a 1860. Entonces tenía 34 años y no había visto nada más que la explotación McCain.Y tampoco lo quería. Sus ansias de expansión le trasladaron sólo unos pocos kilómetros y alquiló un terreno colindante, en el condado de Carroll, para dedicarse a lo único que sabía hacer: cultivar algodón. Algodón, no patatas a pesar del apellido. La familia resistió las embestidas del Ku Klux Klan de Mississippi e incluso formó parte de las campañas a favor de los derechos civiles para los negros.
«Las relaciones entre ambas ramas de los McCain siempre fueron buenas, incluso estrechas», según Lillie. «No seguimos el ejemplo de muchos negros, que, por repulsa, eliminaron el apellido de su antiguo dueño y optaron por el de Freeman (hombre libre). Nosotros no», señala. Y cuenta más. Muchos descendientes de aquellos McCain, los blancos y los negros, se reúnen una vez al año en una fiesta campestre. «Entre nosotros nos llamamos primos», cuenta esta mujer con un pelo entrecano cortísimo y aspecto andrógino. No se ha demostrado ninguna conexión biológica, pero Lillie sospecha. «Ningún jefe blanco ha reconocido jamás haber tenido hijos con sus esclavas, pero es algo que siempre se daba en aquella época. Conociendo cómo trataban los amos a las mujeres que vivían en la hacienda resulta cuanto menos pocos común que no hubiera mezcla de sangre», explica. Desde la campaña del republicano no se hacen comentarios. No es bueno en este momento.
A estas congregaciones nunca ha acudido John McCain, a pesar de que es propietario de parte de la antigua plantación de su tatarabuelo y allí pasaba sus veranos durante su niñez. Sí lo hace su hermano Joe. El ahora aspirante a la Casa Blanca siempre ha estado demasiado ocupado, primero con las guerras y luego con la política. Lillie dice que no tiene nada contra él y está segura que tampoco ninguno de sus allegados. «Siempre hemos sabido los unos de los otros y nos hemos aceptado», explica.
Mentiras
Pero está equivocada, porque Charles McCain y su esposa Teresa, ambos destacados líderes afroamericanos de Mississippi, reprochan al senador por Arizona unas declaraciones que realizó durante su fallido intento en las primarias republicanas de 2000. Cuando fue acusado por la prensa de defender la bandera confederada dijo que «ese tipo de símbolos aluden más a la tradición que al racismo. De hecho, muchos de mis familiares lucharon del lado de los yanquis y ni siquiera tenían esclavos». Mentiras ambas. «Somos muchos los que podemos demostrar que eso no es lo que pasó», según Charles McCain. De cualquier manera eso no influirá en su voto. «Lo haré por Obama sin ningún tipo de dudas. No tiene nada que ver con la raza. Es pura economía. Todos en Mississippi lo estamos pasando mal por culpa de los despidos y no hay que ser muy listo para ver a dónde nos llevarían las políticas republicanas», asegura. Ya lo dijo Bill Clinton a Bush padre. «¡Es la economía, estúpido!».
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