Migración empujada por la violencia y el trabajo

El Universo, 02-11-2008

Desde el siglo pasado, la mayoría de   colombianos llegan al Ecuador huyendo de la violencia  del narcotráfico y la guerrilla.

La primera  oleada  ocurre en los años cincuenta del siglo XX, cuando tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán (9 de abril de 1948) se desata en el vecino país, lo que se conoce como la “primera violencia” entre liberales y conservadores.

En esa oportunidad llegan en particular campesinos que se asientan en la hoy provincia  Santo Domingo de los Tsáchilas, que desde entonces algunos comienzan a llamarla “Santo Domingo de los colombianos”.

A partir de los años ochenta, cuando se inicia el auge del secuestro en Colombia, llegan algunos empresarios que abren sus negocios,  como las flores, así como profesionales en las áreas de publicidad, ventas y gerencia.

Por esa época también se da la quiebra del Banco de Colombia y, según colombianos consultados, llegan algunos banqueros prófugos. También se abren sucursales de distribución de empresas de ese país.

Hasta el año 2000, cuando comienza el Plan Colombia y  la economía ecuatoriana se  dolariza, los colombianos vienen al país y  montan plantas de empresas  como Alpina, con el fin también de  abastecer al sur de Colombia, zona a la cual es más fácil acceder desde Ecuador por los constantes bloqueos y secuestros de la guerrilla.

Desde el 2000 llegan más colombianos necesitados de trabajo y a quienes les conviene ganar en dólares por el cambio vigente, hasta el 2006 cuando el peso comienza a perder valor frente al dólar.

En esa oleada ingresan empleadas de servicio, personal para empresas  de seguridad y sobre todo personas que optan por abrir pequeños negocios de panadería, comida colombiana y peluquería.

Jhonicifer del Castillo es uno  de los colombianos que  en el año 2000 decidió abrir el primer local de la peluquería La tijera loca, en Quito. Ocho años después cuenta con diez locales y emplea a 75 personas, entre ellas a algunos refugiados.  Sin embargo, empresarios quiteños dicen  sentirse afectados por la moda de las peluquerías express que impuso La Tijera Loca.

Enid Solá, peluquera quiteña, cuenta que ha decidido vender el salón de estética que tiene hace 7 años en el norte de la ciudad. Menciona como una de las razones a la invasión de peluquerías de colombianos, que brindan servicios a bajos  costos.

Así, cuenta Solá, que mientras ella cobra $ 20 por un masaje reductor,  los colombianos lo hacen por $ 10; y mientras por un cepillado recibe $ 5, la competencia cobra  $ 3.

Señala que la presencia de los colombianos en el sector de la peluquería es muy marcada hace dos años y atribuye la diferencia de precios a que ellos traen productos de su país que valen menos de la mitad de los que se importan en Ecuador.

Las organizaciones de apoyo a los refugiados también han apuntado al sector de la peluquería y la panadería como los de más potencial para que los colombianos pongan sus propios negocios.

La HIAS, agencia de la Acnur, ofrece talleres de capacitación en alianza con el Servicio Ecuatoriano de Capacitación (Secap), y el Consulado de Colombia en Lago Agrio organiza talleres de panadería para los 22 colombianos presos en la cárcel del Tena.

Entre tanto, para los medianos y grandes empresarios colombianos entrar a Ecuador se hace más difícil: mientras en 1997 para adquirir la visa de inversionista se debía hacer un depósito obligatorio de una cifra equivalente a $ 2.900, hoysubió a $ 27.000,  relata una colombiana que pide no ser citada.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)