Organizan patrullas ciudadanas ante el "repunte" de la delincuencia en Sestao

Deia, Aitor Alonso, 01-11-2008

sestao. La seguridad ha vuelto a encender los ánimos en la parte baja de Sestao. Desde hace cinco días, vecinos de Txabarri armados con palos están organizando patrullas ciudadanas nocturnas para luchar contra los delincuentes. Aseguran que, desde que hace dos semanas fueron realojadas cuatro familias “conflictivas” de la Casa Grande de Simondrogas en el barrio, los robos y los actos incívicos “han repuntado”, sobre todo, en los establecimientos hosteleros.

Manuel Fernández, presidente de la asociación Txabarri Garbi, cifra en tres los robos que se han producido esta semana en comercios. El miércoles ardió además un vehículo en la calle. Denuncia que la policía “no patrulla por el barrio en toda la noche” y acusa al Ayuntamiento de no poner los medios para solucionar el problema. Sin embargo, el alcalde, José Luis Marcos Merino, respondió ayer que los datos de delincuencia que maneja “no dan pie a esta alarma”.

Las patrullas ciudadanas se han dividido en dos turnos. El primero comienza su labor poco después de la una de la madrugada y vigila las calles hasta las cuatro, hora a la que se produce el relevo que permanece hasta primera hora de la mañana. Una veintena de vecinos, comerciantes y hosteleros integran este cuerpo que trata de impedir la comisión de delitos en el barrio.

Su preocupación es máxima porque desde su punto de vista Txabarri “es una caja de bombas” y el realojo de estas familias de etnia gitana en el portal 61 “ha supuesto meter más dinamita”, según denuncia Fernández. Carmen Calvo, propietaria del bar Rincón, relató ayer cómo hace una semana, después de sufrir un robo en su establecimiento, su hijo acudió en busca de los autores “y unos señores que se dieron por aludidos vinieron con palos y destrozaron todo”.

La solidaridad en el gremio es total. José Luis Lagüera, del bar Lagüera, también ha sufrido un robo hace pocos días y defiende que el pequeño empresario “no puede estar trabajando 16 horas para que al final de la jornada vengan y te roben las ganancias”. José Manuel Lage, del bar La Cabaña, no entiende que sus compañeros y él “tengamos que jugarnos la vida en la calle mientras la policía está calentita en sus coches”.

El alcalde salió ayer al paso de todas las acusaciones que lanza Txabarri Garbi contra el Ayuntamiento y negó que exista tanto un repunte de la delincuencia como falta de presencia policial. A este respecto, Merino afirmó que las estadísticas de la Policía “confirman que trimestre a trimestre el número de delitos está descendiendo en esta zona” e incluso apuntó que por cada incidente que se registra en este barrio “hay tres en el resto del municipio”.

El mandatario local indicó además que existe un dispositivo especial de Ertzaintza y Policía municipal “desde las diez de la mañana hasta las dos de la madrugada”. Asimismo remarcó que fuera de este plazo las patrullas municipales y secretas mantienen la vigilancia.

Por lo que respecta a las familias realojadas de Simondrogas, negó que sean conflictivas y comentó que ya les han trasladado que en caso de generar conflictividad “vamos a tomar cartas en el asunto”.

“Preocupación” también en La Arboleda

El realojo de las familias de la Casa Grande de Simondrogas no sólo ha provocado malestar en Sestao. La asociación de vecinos de La Arboleda también mostró ayer su “preocupación” por la entrada de una familia procedente de este inmueble a una de las viviendas protegidas que el Gobierno vasco ha construido en el pueblo minero. Iñaki Zamarripa, presidente de la entidad, denunció ayer el traslado de esta familia de “tapadillo” al barrio sin avisar a los residentes. En su opinión, los representantes de Sestao Berri, la sociedad encargada de gestionar los realojos de Sestao, “debería haber mantenido una reunión con nosotros para avisarnos de que nos iban a traer aquí a estas personas”. Zamarripa cree que trasladar a esta familia “conflictiva” a un núcleo donde viven 300 habitantes “no es la mejor solución” y defiende que deberían haber sido realojada en un pueblo con más población “donde puedan absorberla mejor”. El representante de los vecinos recordó que hace años ya hubo familias de etnia gitana residiendo en Burzaco y la experiencia fue “mala”. “A una niña casi la dejaron desnuda un día para quitarle unas botas”, rememoró. >a.a.

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