Crimen en Moscú.

Dos días después de conocerse el asesinato del sacerdote jesuita Víctor Betancourt, en Moscú (Rusia), la familia de este guayaquileño de 42 años  aún no tiene fecha de la repatriación del cuerpo.

“Un  delegado de la Presidencia de la República nos comentó que un padre jesuita en Moscú le ha dicho que  el cadáver no se lo puede mover mientras no se sepa el móvil del crimen”, aseguró Rosa María Betancourt, hermana del religioso.

Betancourt, junto con Otto Messmer, un superior de nacionalidad rusa que lideraba la orden jesuita de su país, fueron hallados sin vida el martes pasado en un departamento de esa comunidad religiosa, ubicado cerca de la estación central de Policía de Moscú.

Se presume que el ecuatoriano fue asesinado el sábado. Presentaba golpes en el cráneo y otras partes del cuerpo y además habría recibido varias puñaladas. Messmer también fue muerto a golpes, al parecer el siguiente día, tras llegar de un viaje. La Policía investiga quiénes fueron los autores del ataque y el motivo, pero hasta ayer no había una versión oficial.

María Ruiz, madre del ecuatoriano, pidió ayuda a la comunidad jesuita en Ecuador para el retorno de los restos de su hijo, así como a la Secretaría Nacional del Migrante (Senami). Esta última dijo que “podía ayudar  tramitando la documentación, pero que el pago por el traslado del cuerpo les corresponde a los jesuitas”, dijo Rosa María Betancourt.

El padre Víctor, que ingresó a La Compañía de Jesús en 1984, trabajaba en Rusia desde el 2001. En ese país se dedicaba a preparar a los candidatos a ingresar en la orden religiosa, y desde este año representaba a la organización ante el Instituto de Filosofía, Teología e Historia de Santo Tomás en Moscú.

Los lazos entre el Vaticano y el patriarcado ortodoxo ruso son tirantes desde hace tiempo en Rusia, pero las autoridades dijeron que ese no parecía el motivo, aunque investigan todas las hipótesis. La Iglesia católica dice contar con un millón y medio de fieles, pero según los ortodoxos, solo son cien mil.