El nuevo rostro de Florida

Los republicanos van perdiendo el dominio, mientras fenece la generación de cubanos que llegó durante la revolución castrista

El Universal, 26-10-2008

WASHINGTON. Florida es el campo de batalla más simbólico y más disputado de los territorios electorales que definirán la elección presidencial. A los hermanos Lincoln y Mario Díaz – Balart el otoño les llegó sin que se dieran cuenta, mientras el poder republicano al que nadie logró hacer cosquillas durante varias décadas hoy se ve confundido y agazapado, como un gigante a punto de derrumbarse.

Hay quienes consideran que es prematuro anticipar el fin de la hegemonía republicana lo que supondría poner fin a la dictadura en escala de Lincoln Díaz – Balart, quien va por su noveno término en el Senado pero una cosa es indudable: independientemente de lo que ocurra el 4 de noviembre, en Florida nada volverá a ser como antes y por primera vez comenzará a modificarse el estado casi inalterable que las cosas guardaron durante años.

El cambio, o una serie de cambios políticos, sociales y demográficos, no llegaron arrastrados por la candidatura de Barack Obama, sino que son parte de un cambio generacional que comenzó años atrás de manera lenta, casi silenciosa y natural.

Florida ha dejado de ser la otra Cuba y su rostro comenzó a mutar con la llegada de miles de puertorriqueños, brasileños, colombianos y mexicanos en la última década. Entre 2000 y 2006 el estado recibió casi 600 mil nuevos inmigrantes, de los cuales 114 mil eran mexicanos (29%), mientras sólo llegaron 60 mil nuevos cubanos.

La cara inequívocamente republicana que el estado ha tenido durante años también empezó a llenarse de pliegues. El tiempo no sólo doblegó a Fidel Castro: también pasó por las generaciones de cubanos de Miami que envejecieron con la obsesión de derrocar al régimen castrista. Los cubanos que llegaron a EU después de la revolución cubana hoy son viejos de 80 años, mientras las camadas de cubanos más jóvenes por ejemplo los 125 mil que llegaron con el éxodo de Mariel, en 1980 hace años comenzaron a jugar un papel de importancia que empezó a modificar los herrumbrosos cimientos políticos de Florida.

Los cubanos de 40 años o menos tienen prioridades, expectativas y preocupaciones diferentes a las de sus padres y abuelos: para ellos la revolución cubana y Fidel Castro forman parte de una historia vieja; les preocupa lo que ocurre en la isla, pero no tanto como los asuntos que les inquietan todos los días como a cualquier estadounidense: el desempleo, los bajos salarios, sus hipotecas, la educación. Además, difieren de la política que el régimen de George W. Bush ha impulsado sobre Cuba los últimos años: desean enviar dinero a sus familias y viajar a ese país.

Es posible que el peso de todos esos factores aún no sea suficiente como para derrocar a los Díaz Balart, pero los sondeos los muestran arriba de sus adversarios demócratas por sólo cuatro puntos. Es decir, que la moneda está en el aire y el reinado republicano por excelencia en Florida podría comenzar a derrumbarse el 4 de noviembre.


 
 

PUBLICIDAD





Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)