Utilizan planchas de aluminio para fabricar cayucos mayores

El Día, DORY MERINO, Tenerife, 26-10-2008

En Mauritania se están construyendo cayucos más grandes que los conocidos hasta ahora. Se emplea un material novedoso, planchas de aluminio que proceden de los tejados de algunas viviendas de Nouadibou. Son más peligrosos para la travesías porque aguantan menos el oleaje.

En Nouadibou (Mauritania) se están construyendo nuevos cayucos con intención de transportar a un elevado número de inmigrantes hasta Canarias y tienen la particularidad de que se hacen con planchas de aluminio y muy poca madera, para que pesen menos y puedan ser más grandes que los conocidos hasta el momento.

Así lo han explicado a este periódico observadores internacionales en Mauritania, quienes han comprobado la evolución que está experimentando el fenómeno de la inmigración clandestina, que, lejos de erradicarse, seguirá buscando nuevas salidas, aunque sean más peligrosas.

Las mismas fuentes, conocedoras de estos hechos de primera mano, explicaron que las planchas de aluminio que se usan para hacer estos novedosos cayucos proceden de los tejados de algunas viviendas mauritanas, que, tras ser estiradas convenientemente, sirven para formar la longitud del casco de la embarcación. Pese a que también llevan madera, la cantidad empleada es mucho menor que en las piraguas tradicionales.

Según las mismas fuentes, en Nouadibou se encuentran agentes de la Guardia Civil española, que, en principio, tienen que conocer lo que “es allí vox populi”, según manifestaron.

Este proceso de fabricación de los nuevos cayucos es mucho más rápido que el tradicional, sólo con buena madera. En este segundo caso, su construcción podría llegar a ser hasta de siete meses, con la colaboración de varias personas. Pero la idea de emplear aluminio hace que se reduzca mucho el tiempo de elaboración, con lo que las expediciones podrían ser más frecuentes y también más numerosas.

La razón por la que ahora se están construyendo nuevas piraguas es que la flota existente ha quedado muy esquilmada.

Tal y como se puede observar en la fotografía que se adjunta, tomada en 2006 en Casamance, al sur de Senegal, los pueblos pesqueros de este país presentaban esta imagen hace pocos años, pero ahora se ha reducido bastante el número de embarcaciones en buen estado en esa zona.

Hay que tener en cuenta que sólo en los últimos tres años han sido 1.062 las embarcaciones clandestinas que han arribado a las costas canarias con inmigrantes.

En el año 2005 fueron 213, que llegaron hasta los 588 en 2006 y se quedaron en 261 en 2007 y, en lo que llevamos de año, ya son 112 las embarcaciones que han alcanzado las costas canarias.

Alguna de ellas puede tratarse de pateras, con su origen en las costas marroquíes e inmigrantes magrebíes, pero son las menos.

La inmensa mayoría proceden de Senegal, Mauritania o Gambia y han traído a bordo a personas de origen subsahariano.

Los primeros subsaharianos llegaron a Fuerteventura a finales del año 1999, pero lo hicieron en patera. En 2005 se abrió la ruta de los cayucos y, desde entonces, ha ido en aumento. Precisamente, el primero que llegó al sur de Tenerife lo hizo a finales del mes de octubre de 2005.

A pesar de que en las playas senegalesas y mauritanas se siguen observando cientos de cayucos, la realidad es que las expediciones clandestinas han reducido mucho su número.

Ninguno de los cayucos que ha salido de los países subsaharianos ha vuelto a su origen, sino que todos han sido destruidos en el lugar de destino, porque así lo dictamina la normativa, salvo escasas excepciones, como uno que se encuentra en un museo europeo.

El proceder normal es deshacer la embarcación clandestina, una vez que la Policía ha sacado de ella las pruebas judiciales necesarias.

Los primeros cayucos que alcanzaron las costas canarias pertenecían a los pescadores senegaleses o mauritanos, que los usaban para ganarse la vida con el recurso natural que tienen al alcance de la mano (la pesca artesanal), que ya no puede dar de comer a tantas familias como antes, porque la pesca ha empezado a ser escasa, entre otras razones por la explotación de los caladeros por parte de potencias extranjeras.

Las expediciones clandestinas han sufrido modificaciones en los últimos años. En algunos casos se embarcaron en ellas los propios dueños de los cayucos y, en otros, los propietarios decidieron vender la piragua a los que organizaban las travesías.

Con el paso del tiempo se fueron construyendo nuevos cayucos sólo para realizar la travesía desde África a Canarias, llegando a ser de hasta 30 metros de eslora, con capacidad para unas 200 personas. Este dato también fue adelantado por este periódico en el año 2006.

Según los expertos consultados, los cayucos con placas de aluminio resultan más peligrosos para los pasajeros. En primer lugar, son menos resistentes a los bandazos del mar y, en caso de que tengan alguna vía de agua o vuelquen, es muy difícil mantenerlos a flote.

Piraguas de fibra de vidrio

La pesca artesanal senegalesa se lleva a cabo con 12.000 piraguas en todo el país, donde figuran unos 60.000 pescadores y genera un número similar de empleos indirectos en las comunidades pesqueras, como por ejemplo por las mujeres que se dedican a la transformación del pescado o los comerciantes y otros puestos de trabajo afines.

Además, la pesca artesanal senegalesa es la proveedora principal de productos pesqueros, tanto para la exportación a los mercados internacionales como para los mercados regionales y locales.

En la actualidad, los profesionales de la pesca artesanal se muestran a favor de la sustitución progresiva de las piraguas tradicionales de madera por otras hechas de fibra de vidrio.

Este cambio puede ser muy beneficioso para el país, que también debe hacer frente a un proceso de deforestación, ya que para la construcción de una gran piragua de madera es necesario talar dos grandes árboles. Además, ese tipo de embarcación exige un mantenimiento muy costoso y frecuente, puesto que cada seis meses es preciso que los carpinteros realicen labores de reparación.

Por otra parte, las piraguas hechas de fibra de vidrio son más limpias y ligeras que las de madera y, por lo tanto, consumen menos carburante.

Se trata de un factor a tener en cuenta en un momento en que el coste de los combustibles es elevado. Las piraguas de fibra de vidrio están también mejor equipadas para conservar el pescado y, además, su mantenimiento es mucho más fácil. En los años 80 la pesca era el sector que más riqueza generaba en el país, pero con el paso de la pesca artesanal a la industrial, los pescadores senegaleses no tienen nada que hacer frente a los barcos extranjeros (europeos y asiáticos) que faenan allí, a lo que se une la imposibilidad de exportar el pescado que obtienen tras cruzar muchos kilómetros de litoral.

No obstante, la sustitución de las piraguas de madera por otras de fibra de vidrio resulta muy costosa para los pescadores, dado que una piragua de fibra de vidrio cuesta más del doble que una de madera.

Por este motivo, las organizaciones locales de pescadores han solicitado ayudas a distintos gobiernos, a base de microcréditos, por ejemplo, con el fin de asegurar una renovación progresiva de la flota.

Los jóvenes se preguntan ¿dónde podemos pescar?, puesto que la mayoría del mar está vendido a las grandes compañías pesqueras de otros países.

Esta es una de las razones por las que prospera la inmigración clandestina entre la población adolescente, la falta de futuro en su país natal.

Otro aspecto importante a tener en cuenta se refiere a la modernización que ahora se exige en la manipulación del pescado.

El problema de la higiene se debe resolver al mismo tiempo que un cambio en los comportamientos habituales del sector de pesca artesanal.

La mayor parte de las personas que manipulan el pescado a bordo de las piraguas y muchas mujeres que trabajan en el sector, así como los que trabajan en los muelles de desembarque, no están bien informados de lo que representan las exigencias en materia de rastreabilidad y de higiene.

En este sentido, las asociaciones de pescadores demandan también sistemas de información y de formación al respecto. El hecho de que muchas de esas personas tengan un índice de alfabetización muy bajo hace que las cosas sean aún más difíciles.

Menores de edad

Las madres intentan convencer a los hijos para que no viajen, pero ellos prefieren morir antes que quedarse y ver la situación por la que atraviesan sus familias.

Así, en los últimos meses se ha comprobado que los menores llegan en los cayucos en un importante número, sobre todo, porque saben que el país receptor se encarga de acogerlos y formarlos hasta que alcancen la mayoría de edad. Es la comunidad autónoma receptora la que se encarga de la primera acogida, aunque la responsabilidad final es del Estado, pero Canarias ya cuenta con unos 1.400 bajo su exclusiva tutela.

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