El Gobierno británico quiere continuar por la senda de los éxitos electoralistas tras su destacado manejo de la crisis financiera. Ayer apostó por otro plato caliente para el electorado británico, la inmigración. Para ello, el ministro de Inmigración, Phil Woolas, utilizó una entrevista en The Times para mostrar su intención de imponer límites estrictos a la inmigración, dado que la actual crisis podría acentuar tensiones raciales. 

«Cuantos más desempleados británicos haya, mayor problema será la inmigración», indicó Woolas, y agregó: «Somos el cuarto país más rico, incluso si entramos en recesión vamos a ser un país atractivo para la inmigración procedente de países pobres, por lo que la urgencia para poner límites es cada vez mayor».