La inmigración ha hecho más ricos a los españoles, y retrasado en unos siete años la necesidad de abordar con urgencia la sostenibilidad futura del sistema de pensiones, pero no ha resuelto los problemas que causará el envejecimiento de la población, que sólo empezarán a aflorar en torno a 2015 gracias a la incorporación de esta nueva fuerza de trabajo. Por eso urge ganar tiempo y poner en marcha nuevas reformas.

En estos argumentos coincidieron el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y el nutrido grupo de investigadores que ha trabajado para la Fundación de Economía Aplicada (Fedea) en su monográfico anual sobre el impacto económico de la inmigración.

«Falacias»

Fernández Ordóñez estimó – desde unos supuestos conservadores – que la inmigración ha contribuido en un 25% al crecimiento de la renta por habitante que ha experimentado España en la última década. No resulta extraño, a la luz de otros datos. En un periodo casi coincidente – desde 1996 hasta la fecha – la población ocupada ha pasado de 13 a 20 millones de personas, y el 50% de este fortísimo incremento – unos 3,5 millones de trabajadores – son inmigrantes.

Tras abordar el fenómeno desde todos los ángulos – coste de las prestaciones, incidencia en el mercado de trabajo, impacto en el rendimiento escolar o evolución de la delincuencia, entre otros – los estudiosos de Fedea llegan a la conclusión de que «la contribución positiva de los inmigrantes a la economía española se prolonga en estos momentos de cambio de ciclo» y constituye «una oportunidad para que los poderes públicos afronten las necesarias reformas que les permitan sacar el máximo aprovechamiento».

El gobernador del Banco de España se propuso desmontar algunas falacias. De igual modo que no es cierto que las prejubilaciones abren camino al empleo de los jóvenes – dijo – tampoco es verdad que la incorporación de las mujeres al trabajo reste oportunidades a los varones, ni que los inmigrantes compitan con los nativos por el mismo puesto de trabajo, ni siquiera en estos tiempos que vivimos de vacas flacas.

Michele Boldrin, coordinador de la monografía sobre inmigración de Fedea, aseveró que «parar la inmigración y promover el retorno de los inmigrantes» es una política equivocada. Sugirió a las autoridades españolas aplicar políticas proactivas, que orienten las entradas selectivas y promuevan la movilidad y, sobre todo, la readaptación de los inmigrantes ya establecidos en el mercado laboral español.

«La posibilidad de salir de la crisis económica – argumentó – también radica en que esta población trabajadora se mueva de una a otra región y mude de una actividad a otra».