En una antigua fábrica de col agria, el célebre «sauerkraut» alemán para acompañar al cerdo, se inauguró ayer la primera mezquita en suelo de la Alemania oriental, entre muestras oficiales de integración y protestas vecinales del barrio de Pankow – Heinersdorf, en un sector de Berlín que pertenecía a la República Democrática de Alemania.

El templo ofrecerá lugar de oración y reunión a 250 personas de una rama islámica considerada herética por la mayoría y se toca con un minarete de 12 metros de altura. A la apertura tenían previsto asistir 300 invitados, bajo los auspicios del vicepresidente del Bundestag, el socialdemócrata cristiano Wolfgang Thierse, y el responsable de Integración de la capital federal, Günter Piening.

En Pankow, algunos vecinos y decenas de manifestantes vinculados al Partido Nacional Democrático, de extrema derecha, corearon eslóganes en contra de la «islamización de Europa». La resistencia a este primer minarete en el Este pone de relieve no obstante la dificultad alemana para integrar a sus 3,2 millones de musulmanes.