Los niños gitanos rumanos deberán acudir a «clases de inserción» en Italia

ABC, V. BECERRIL SERVICIO ESPECIAL | ROMA, 16-10-2008

«Clases de inserción», así se llamarán las clases a las que tendrán que acudir los niños extranjeros que no superen el cuestionario de integración compuesto con pruebas de idioma y de conocimiento de la cultura italiana.

La moción fue presentada por el partido independentista Liga Norte, consiguiendo la aprobación de la Cámara, que tras muchos debates y algunos retoques de la propuesta del leguista Roberto Cota, dio el «sí» definitivo, pasando después a la Cámara.

El niño extranjero que no supere el cuestionario estudiará en una clase separada respecto al resto de niños, integrándose al curso en diciembre de cada año. Pero la propuesta no se queda ahí. La moción contempla «una distribución de estudiantes extranjeros proporcional al número total de alumnos por clase, para favorecer la plena integración».

Los primeros que se tendrán que unir a estas clases son los niños gitanos de los campamentos nómadas de Roma, cuyo censo finalizó ayer, con un balance del 50 por ciento de menores no escolarizados y sin vacunar.

ABC ha tenido la oportunidad de hablar con los voluntarios de Cruz Roja que acudieron a realizar el censo. Anna Maria, Maria Antonietta, Rosaria, Silvia y Agostino, contaron de este modo su experiencia. «Fuimos unos días antes de la fecha de recogida de datos a los campos, explicando qué íbamos a hacer, por lo que cuando llegamos con todo el personal ya estaban preparados con sus documentos. Recogimos sus datos, sin necesidad de recurrir a las huellas dactilares – explica Anna Maria – . les hicimos una foto y les dimos su carné sanitario».

Lo peor que vieron sus ojos «fue el alto número de niños sin vacunas y educación», pero la satisfacción fue ver al día siguiente cómo algunos padres vacunaban a sus hijos. Para todos los miembros de Cruz Roja, el problema es que antes estos gitanos no se dejaban ver, «por lo que el conflicto con la sociedad no existía, ahora están presentes, y hay que integrarlos».

«Mira – contó Maria Antonietta – en una zona donde no recogían las basuras les explicamos lo importante que es, ya no sólo por la higiene, sino porque la policía les podía desalojar si seguían así. Por eso les llevamos bolsas de basuras, y al día siguiente empezaron a recoger los desperdicios».

«Me emociona que me saluden por la calle», finalizó diciendo Agostino, el más anciano de todos, quien sonreía contando cómo una de las chicas de un campo nómada pidió unirse a su trabajo como voluntaria. «Eso es impagable».

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