Obama, la raza y las encuestas

ABC, 15-10-2008

POR NOELIA SASTRE

SERVICIO ESPECIAL

NUEVA YORK. Recordémoslo una vez más. Su segundo nombre es Hussein. El primero y el apellido tampoco ayudan. Hasta su esposa Michelle lo confiesa: «Cuando lo conocí pensé ¿qué clase de nombre es ese, Barack Obama?». Tiene la piel oscura y la silueta estilizada, herencia de su padre keniano. Y cuando en febrero de 2007 anunció su candidatura a la Casa Blanca, el país de Martin Luther King asistió al primer momento histórico de los muchos que le ha regalado este joven político negro.

Aquel día algunos pensaron que su simple presencia en la carrera despertaría los demonios que han acechado históricamente a EE.UU. El Congreso accedió a prestarle agentes del servicio secreto antes que a cualquier otro candidato presidencial (en mayo de 2007, faltando ocho meses para las primarias) mientras Obama tranquilizaba a sus seguidores con frases como «tengo la mejor protección del mundo».

¿Demasiado negro o blanco?

El demócrata ha pasado ya por todas las fases. Desde las primeras preguntas sobre si es demasiado negro para los blancos o demasiado blanco para los negros, hasta las cuestiones sobre su patriotismo. Quedan tres semanas para el 4 de noviembre y el gran interrogante se centra en las encuestas que dan ganador a Obama. ¿Mienten los estadounidenses sobre la raza? ¿Harán lo que dicen o cambiarán de opinión cuando depositen el voto?

Los sondeos también proyectaron una victoria de John Kerry en 2004, pero la ansiedad entre los demócratas es mucho mayor esta vez. Nadie está seguro de la sinceridad de los americanos cuando se trata de un candidato negro. Una de las últimas y más polémicas encuestas concluye que el color de la piel le podría costar seis puntos. Los mismos que le saca de ventaja a McCain. Si pierde, las proyecciones volverían a jugarle una mala pasada a un candidato negro, como cuando en 1982 se inauguró el «efecto Bradley» (Tom Bradley, alcalde de Los Ángeles, no pudo ser gobernador aunque los votantes lo apoyaron en los sondeos).

También están quienes se niegan a participar en los sondeos, normalmente menos proclives a votar por un presidente negro. O el factor de la raza del encuestador. «No sabemos en qué forma no representamos a los más intolerantes. Creo que no se nos escapan muchos, pero esos pocos pueden ser cruciales en una elección reñida», afirma el presidente del Pew Research Center, Andrew Kohut. «No tenemos evidencias de que la gente nos mienta», añade Joe Lenski, vicepresidente de Edison Media Research, encargado de las encuestas a pie de urna.

El problema, dicen los expertos, no es que los sondeos no capten el racismo, sino a quienes no votan, aunque este año todo indica que el índice de participación será muy elevado. Además, un nuevo estudio de Harvard demuestra que los candidatos afroamericanos desde 1996 han obtenido tres puntos más en el resultado final que en las proyecciones.

El declive de la violencia ha hecho mucho por frenar la animosidad racial y los analistas creen que la raza no será tan importante en 2008. «El tema dominante es la economía», aseguran.

Aun así hay datos demoledores: según la Universidad de Stanford, un 58% de los demócratas blancos piensa votar a Obama, pero un tercio de ellos cita algún adjetivo negativo – violentos, irresponsables o perezosos – para describir a sus compatriotas de color.

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