La falsa relación inmigración-crisis

Diario de noticias de Alava, por Oscar Arenas, 14-10-2008

E N tiempo de crisis económica, las miradas de algunos políticos parecen haberse vuelto hacia la población inmigrante, a juzgar por las declaraciones que han salpican los medios de comunicación. Observamos con creciente preocupación el tono y contenido de estas manifestaciones y pseudopropuestas que cargan de manera totalmente desacertada y populista contra la población inmigrante. Del maniqueo y falso binomio inmigración – delincuencia que aún hay quien se empeña en sostener sin la menor vergüenza, gracias a algunos alquimistas de la retórica hemos pasado a una nueva e igualmente falsa relación de causa – efecto: inmigración – crisis económica .

Algunas manifestaciones rozan el descalabro político y social cuando señalan directamente que la inmigración es uno de los elementos de la ecuación en la crisis económica, que la solución al problema del paro pasa por cerrar las puertas del país o que para que todos los parados españoles puedan cobrar sus prestaciones por desempleo, incluso cuando no les corresponda, los inmigrantes sin trabajo tienen que hacer las maletas y largarse.

En primer lugar, lo más básico: la dignidad humana. Las cifras de población inmigrante, tasas de paro o distribución por sectores con las que se juega son personas. Ni bultos, ni máquinas. Personas. Son, además, trabajadoras y trabajadores que desarrollan su actividad laboral, que contribuyen a la Seguridad Social y que pagan sus impuestos. Y esto hay que recordarlo porque en la eterna discusión sobre las medidas para gestionar la inmigración irregular, en demasiadas ocasiones se olvida que la mayor parte de la población inmigrante tiene papeles. Y quien carece de autorización es por motivos ajenos a su voluntad, no porque quiera autocondenarse a la irregularidad administrativa y al trabajo en el mercado sumergido. Lo menos que hay que pedir a nuestros representantes es el respeto hacia esas personas, que nunca debieran ser tratadas como meras bazas electorales.

En consecuencia, las manifestaciones, propuestas de medidas, etc., deben basarse en datos y en argumentos razonados. Los discursos vacuos, basados en la ausencia de datos o datos sesgados no hacen sino echar más leña al horno social, que desde luego ahora mismo no está para bollos. Puede que utilizar la inmigración como chivo expiatorio en los discursos salga gratis y tenga una cierta rentabilidad electoral, pero socialmente puede salir muy caro a corto, medio y largo plazo. Sembrar desconocimiento, intolerancia e incluso en algunos casos xenofobia nunca podrá traer nada bueno.

Por otra parte, conviene señalar que la actual situación de crisis hunde sus raíces en la coyuntura económica mundial. Atacando la misma con soluciones localistas disparatadas, populistas y poco razonables difícilmente aflojaremos el nudo que tenemos en el cuello. Las medidas que se propongan debieran tener siempre en cuenta ese macroescenario en el que nos movemos. Si queremos ser demagogos, culpemos de la crisis a los bancos estadounidenses que se enriquecieron de manera desmesurada e injusta durante mucho tiempo y cuyos platos rotos pagamos ahora entre todas y todos, pero nunca a las personas inmigrantes, que sufren esta crisis más aún que las autóctonas, soportando la carga añadida de una culpa que no les corresponde.

Groucho Marx dijo una vez aquello tan conocido de que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Unos cuantos años después parece ser que hay quien se empeña en darle la razón.

* Centro de Información al Trabajador Inmigrante de CCOO – Euskadi

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