Los hijos de David

La comunidad judía de la provincia de Málaga es la más numerosa de Andalucía y una de las más activas del país con 2.000 miembros asentados en tres enclaves estratégicos: Marbella, Torremolinos y la capital

Diario Sur, M. J. CRUZADO, 05-10-2008

Judíos, musulmanes, cristianos, hinduistas, budistas… Todos han echado aquí sus raíces durante tres siglos, animados por el cosmopolitismo y el magnífico clima. La provincia se ha convertido en una gran torre de babel donde conviven personas de todas las nacionalidades y religiones. Muchos de ellos eligieron este enclave para montar sus negocios o labrarse un futuro laboral, otros para vivir sus últimos días en un lugar paradisíaco; algunos como lugar de veraneo, y la mayoría, como su segunda patria. Pero, a pesar de su cercanía, poco o nada se conoce de ellos. Es el caso de la comunidad judía en la provincia de Málaga, la más numerosa de Andalucía y una de las más activas del país con más de 2.000 miembros repartidos en tres enclaves estratégicos: Marbella, con algo más de 600 miembros; Torremolinos, con unos 200 y la capital, con 1.200. Es además, la única provincia española que cuenta con tres comunidades. En número sólo la superan Madrid, Barcelona, Ceuta y Melilla.

El profesor de Derecho Eclesiástico de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, José Cruz, destaca la importancia de los judíos en la provincia, la mayoría de origen sefardita. «Su presencia se debe a varias corrientes migratorias», explica. De un lado, los judíos que llegaron en los años 50 de las colonias españolas en el norte de África. De otro, el boom turístico de la Costa del Sol en los 60 con la llegada de judíos de procedencia europea, sobre todo, británicos, «pequeños burgueses de poder adquisitivo medio y medio alto que buscaban un retiro para su jubilación o vieron en la Costa Occidental un buen enclave para montar sus negocios». En los 70 hubo un éxodo de judíos de origen argentino a raíz de la dictadura militar de su país, y desde 2003, la mayor afluencia procede de Venezuela y en menor medida de otras zonas de Latinoamérica. En el resto de España, argentinos, chilenos, uruguayos o colombianos son las nacionalidades principales y representan ya un 35% de la población judía. Pero en Málaga, los judíos de origen africano o europeo son todavía mayoría. «En el caso de los latinoamericanos se trata de un movimiento migratorio no masivo, motivado por la crisis económica de sus países de origen y la cercanía con la cultura española y el idioma», apunta Cruz.

La comunidad judía de la capital fue la primera en fundarse en 1969, al amparo de la Ley de Libertad Religiosa de 1967. Luego se creó la de Marbella, la segunda más numerosa de la provincia, en octubre de 1978. Precisamente este año han celebrado su 30 aniversario con la celebración de la Primera Gala de la Paz. La tercera y más reciente es la de Torremolinos, en marzo de 1992.

Integrados

Raphael Cohen, presidente de la comunidad judía de Marbella, coincide en señalar que no hay una nacionalidad que destaque sobre el resto. «Muchos judíos que viven en Marbella son malagueños de nacimiento o adquirieron la nacionalidad hace años, por lo que son españoles de pleno derecho. Otros muchos proceden de Europa, aunque la mayoría está de paso y comparte su residencia en la Costa del Sol con la de su país de origen».

Su integración en Málaga es evidente. Reciben subvenciones de la Fundación Pluralismo y Convivencia del Ministerio de Justicia como apoyo económico a las iniciativas sociales y culturales que realizan, según Cruz. Como todas las confesiones minoritarias en España, la judía se autofinancia. Tienen la calificación de notorio arraigo y acuerdos con diferentes organismos, aunque su principal fuente de ingresos son las donaciones.

Sus actividades dentro y fuera de la comunidad son cada vez más numerosas. Algunas de ellas, como en el caso de Marbella, con tres décadas de historia, cuentan con una página web y su propia revista para difundir los actos que organizan y profundizar en el conocimiento de los integrantes de la comunidad.

Participación

«En los judíos el sentimiento comunitario es más arraigado», señala el profesor sevillano. «Un judío laico reconoce a un judío ortodoxo como a un hermano aunque no practique con intensidad su fe». Aún así sorprende la tolerancia y la apertura hacia otras religiones. «Sus relaciones con el Islam, por ejemplo, son muy buenas y fructíferas». El ejemplo más claro es Marbella, donde la población de origen árabe también tiene una destacada presencia. Cohen indica que «en muchos de los eventos que organizamos son nuestros invitados. Somos una comunidad muy abierta y participativa».

Mitos

El número de entidades religiosas judías inscritas en el registro del Ministerio de Justicia ha pasado de 14 a 18 en los últimos diez años, un aumento de más del 28%. Según la Federación de Comunidades Judías hay aproximadamente 48.000 judíos en España y unos 40 lugares de culto. El panorama migratorio nacional está cambiando y con él muchas de las creencias asentadas en el imaginario colectivo. Entre ellas el poder adquisito de la comunidad judía.

«Si bien es cierto que históricamente algunas de las mayores fortunas del mundo han sido judías, también lo es que con el paso de los años estas diferencias se han extinguido, de forma que en la Costa del Sol no hablamos de grandes inversiones de familias judías. Hay muchísimos trabajadores asalariados con un nivel adquisitivo medio», indica Cruz.

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