El hombre de las malas noticias

El País, DANIEL BORASTEROS, 04-10-2008

A Sidibe Mousa, dice, le reciben “como a un ministro” en Bamako, capital de Malí. “Con coche y todo”, advierte. Es el presidente del Alto Consejo de malienses en España, una asociación de 18 miembros que él mismo ha creado y que hoy celebra el día de su país en Madrid. Concretamente, en su barrio: Orcasitas. Lleva un traje gris. Y un maletín de cuero con remates de colores.

En el interior guarda, entre otros documentos, recortes de prensa. Selecciona minuciosamente las noticias, las malas noticias, que hablan de la realidad de la inmigración en Europa. Después, con los miembros de las pequeñas comunidades rurales de su país sentados en torno a sus papeles va desgranando las desgracias que les suceden a los subsaharianos. Habla de pateras y manifestaciones.

“No me creen”, comenta circunspecto. “La gente que se ha ido del pueblo, que han pagado entre todos el pasaje del inmigrante, no quieren ver la realidad. El inmigrante tampoco quiere confesar la verdad. Es un círculo vicioso”. Pero Mousa ha ideado una estrategia para romper esa inercia. “Ahora llevo cintas de vídeo y se quedan asombrados”, explica. Una iniciativa que, cuenta, provocó gran sorpresa y la cobertura de la televisión nacional.

Sidibe Mousa sabe de lo que habla. Él llegó en 2001 a Recas (Toledo) para recoger cebollas entre otras tareas agrícolas. “Los malienses vamos mucho a ese pueblo porque hay amigos”, dice. Pero en Recas no le trataban muy bien. “Me enfadé mucho el día en que en las fiestas pintaron a un blanco la cara para que pareciera negro. ¡Allí vivíamos un montón de negros de verdad! ¿Por qué no nos lo pidieron a nosotros?”. Licenciado en Derecho, decidió saltar a Madrid. Consiguió, tras cuatro años, la documentación y fichó como mediador social por el Colectivo La Calle. Ayuda a todos los subsaharianos “que están por ahí, a la intemperie, sin conocer siquiera el idioma” e incluso gestiona, en ocasiones, su documentación, cosa que no termina de convencer a su consulado honorario: “Le hemos dicho que no haga eso mil veces”. Pero Mousa, a quien a su vez tiene que ayudar Cáritas, no piensa dejarlo: “Me encanta ayudar”. Parece cierto.

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