Donostia. La madre de la uruguaya Anneris Miccieslli, deprimida y agobiada por no encontrar un empleo, se acogió al retorno voluntario el pasado mes de febrero. Su hija, de 38 años y residente en Beasain, relata su experiencia, y la complicada situación que motivó su decisión.

¿Por qué se fue?

Estuvo durante un año cuidando a personas mayores. Todos los meses enviaba dinero a Uruguay, porque allá estaba mi padre y la hermana. Pero todo se torció cuando los hijos de la persona a la que estaba cuidando decidieron que ya no necesitaban de los servicios de mi madre.

Se quedó sin trabajo…

Sí, y conseguir otro fue imposible. Yo tengo tres niñas, y mi madre lo último que quería era convertirse en una carga para nosotros.

¿Se fue con la sensación de haber fracasado en su proyecto migratorio?

Ella sabía la situación y estaba conforme. El problema es que cuando perdió el empleo se vino abajo y acabó desmoralizándose. Cuando vinimos hace nueve años, las cosas eran diferentes, pero el empleo cada vez está peor remunerado. Mi madre me lo decía, que no podía estar trabajando doce horas para cobrar 400 euros, como querían pagarle.

¿La situación laboral ha cambiado tanto?

Ha empeorado tremendamente. Cuando vinimos a Beasain hace nueve años todo era muy diferente. Noto mucho el cambio, sobre todo económicamente, aunque es verdad que en otros territorios es más acusado.

¿Qué le cuenta su madre desde Uruguay, medio año después de tomar aquella decisión?

Me dice que quiere volver de nuevo.

¿Pero puede hacerlo?

No, al firmar el documento de retorno voluntario te comprometes a pasar cinco años sin regresar al país.

¿Por qué quiere venir de nuevo?

Porque tiene a una parte de su familia, a pesar de que en Uruguay está con mi padre y la hermana. Ahora dice que en la situación en que se encuentra no le importaría trabajar por 300 euros.

¿Lo haría por esa cantidad cuando se fue por cobrar 400?

Es un reflejo de lo que cambian las cosas una vez que vuelves al país y compruebas la difícil situación que allá se vive. Se está atravesando una malísima situación económica.

¿Qué nivel de vida hay en Uruguay?

Un guarda de seguridad que trabaja en un supermercado, por ejemplo, puede ganar en torno a cien euros por doce horas. El dinero uruguayo no vale nada. El kilo de azúcar igual cuesta lo mismo que aquí, pero la diferencia es la debilidad de la moneda. Aquí nos quejamos de la situación, pero la gente se va de vacaciones y vivimos más o menos bien. No nos podemos quejar.

¿A su madre le facilitaron las condiciones para regresar a su país?

Sí, estaba con depresiones, no podía vivir en esa situación y no quería seguir así.