Integración o retorno voluntario

Las Provincias, JAVIER ARNAL, 28-09-2008

En la inmigración se acierta en la medida que se tienen conocimientos de historia, conexión con la vida real del presente y se aplica el sentido común. Estos tres elementos – historia, realismo y sentido común – tienen un multiplicador positivo en el caso de la inmigración, que es la solidaridad; y uno, muy peligroso y negativo, que es el sectarismo, ya sea por su utilización política, ya sea por el egoísmo de anhelar solamente lo que beneficia la comodidad personal.

Escuchando a algunos políticos, tenemos la clara sensación de que carecen de algunos de esos elementos básicos para enjuiciar y gobernar la inmigración. Sí, escribo a propósito “gobernar”, porque la inmigración no puede ser objeto de demagogias, cantos de sirena ni infantilismos. La UE, por ejemplo, acaba de prohibir las regularizaciones masivas, un gran error cometido en España en 2005.

Desde hace muy pocos años, más de 5 millones de inmigrantes viven con nosotros. Ante la crisis económica actual, son los que más la sufren, pero discrepo de quienes piensan que van a regresar mayoritariamente a su país: simplemente, porque se regresa si han mejorado las condiciones laborales del país de origen, y basta hablar con rumanos, ecuatorianos o colombianos para darse cuenta de que quieren continuar en España.

Si fuera una mera opinión mía, el valor sería más que relativo. Pero basta comprobar la reacción de los inmigrantes ante el plan del Gobierno para “ayudarles” a regresar a su país. El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, no acierta ni cuando rectifica: en junio, estimaba que un millón de inmigrantes regresaría a su país con el plan del retorno voluntario… para decir hace una semana que reducía esa cifra a 87.000. Las asociaciones de inmigrantes han criticado ese plan, ya aprobado por el Gobierno, argumentando algo de sentido común: por muy mal que se pongan las cosas en España, siempre estarán mejor que en sus países.

Pero es que también la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) coincide con mi opinión y con la de las asociaciones de inmigrantes en España. El informe de la OCDE Perspectivas de las Migraciones Internacionales 2008, presentado recientemente, concluye que regresan a su país sólo si mejoran las condiciones de su país originario.

Aproximadamente un millón de rumanos viven ahora en España – me permito el atrevimiento de no reducir la cifra únicamente a los 750.000 censados – , y no volverán mayoritariamente, porque la situación rumana es de una corrupción e inestabilidad lamentables, con unos sueldos raquíticos.

Los rumanos, en gran medida, han adoptado un sistema “mixto”, que consiste en vivir entre España y Rumania, van y vienen con frecuencia, enviando dinero a su país – a su familia, para adquirir una vivienda – y a la vez poniendo todos los medios para lograr su integración laboral, escolar y cultural en nuestro país, porque se encuentran a gusto y porque no tienen nada claro un temprano regreso a su país.

La inmigración, por tanto, debe resolverse por la vía de la integración, no de promover el retorno voluntario. El dilema tiene una clara respuesta, pero ciertas autoridades siguen empecinadas en medidas alejadas de la realidad.

La inmigración no se puede ni debe gobernar con legalizaciones masivas, y luego con planes de retorno voluntario. Los inmigrantes viven con nosotros, y desean vivir con nosotros: los pocos que regresen a su país se compensarán por los que seguirán llegando a España. El proyecto de Ley de Integración de la Generalitat se basa en un modelo aceptado y acertado de integración, que se echa en falta a nivel estatal.

Por eso es fundamental comprender a fondo la inmigración. Un ejemplo próximo lo tenemos en la Comunitat Valenciana, donde ya hay 23 Agencias de Mediación para la Integración y Convivencia Social (AMICS), para atender las necesidades del millón de inmigrantes que viven con nosotros.

Son agencias que asesoran sobre sanidad, empleo, educación, y facilitan formación. Su labor es muy positiva. Integrar, formar: no palabrerías. Y otro botón de muestra es la promoción del Voluntariado entre los inmigrantes: 6.000 de ellos son voluntarios para esa tarea de integración.

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