Italia: va tropa contra la mafia

El Consejo de Ministros del gobierno italiano que dirige Silvio Berlusconi aprobó ayer el envío de 500 soldados a Campania, una región carcomida por la mafia con la incierta meta de acabar con la violencia que ha impuesto el clan de los Casalesi, el más sanguinario y poderoso de la llamada Camorra

El Universal, 24-09-2008

BERLÍN.— El Consejo de Ministros del gobierno italiano que dirige Silvio Berlusconi aprobó ayer el envío de 500 soldados a Campania, una región carcomida por la mafia con la incierta meta de acabar con la violencia que ha impuesto el clan de los Casalesi, el más sanguinario y poderoso de la llamada Camorra.


La medida es la primera respuesta del gobierno a una matanza que sacudió al país el jueves de la semana pasada y que provocó una revuelta entre los inmigrantes africanos que han llegado al país. Ese día, un grupo de pistoleros le disparó más de 60 balazos en la cara a Antonio Celentio, propietario de una sala de juegos en Castel Volturno.

Pocos minutos después, sicarios acribillaron a balazos a siete inmigrantes africanos que se encontraban en el interior de una sastrería. Seis murieron en el acto y un séptimo falleció en el hospital. Según la prensa italiana, todas las víctimas estaban envueltas en el negocio de la droga.

La matanza de los inmigrantes despertó la ira entre la comunidad africana que se lanzó a la calle para protestar y pedir justicia. Pero la manifestación derivó en una verdadera batalla campal y dejó al desnudo el potencial de violencia que se ha acumulado entre los inmigrantes.

El escenario de la masacre fue el territorio controlado por el clan de los Casalesi, el más poderoso y violento de la Camorra, la mafia que domina Nápoles y la región de Campania. Según la policía, Antonio Celentio y los seis africanos fueron ajusticiados porque vendían droga sin el permiso de la mafia. El envío de los 500 soldados pretende devolver la tranquilidad a una región que no conoce el orden público y donde la autoridad la ejercen los clanes mafiosos, pero, por una razón misteriosa, el gobierno limitó la presencia de los soldados a un plazo de tres meses.

 

 

 
 

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