CIUDAD REAL. En algunas ocasiones hemos escuchado casos de mujeres que han dado a luz en un taxi, en un autobús o, incluso, en mitad de un atasco en la M-30. Sin embargo, una joven senegalesa, de 27 años, se ha convertido en la primera mujer de la historia de Renfe en alumbrar a su bebé a 250 kilómetros por hora, a bordo de un tren de Alta Velocidad. Eso es, precisamente, lo que ocurrió en la mañana de ayer, cuando la joven africana y su pareja decidieron poner rumbo a la capital desde Málaga, en el nuevo trayecto puesto en marcha por la compañía ferroviaria pocos meses atrás.
Todo transcurría por los derroteros habituales. Algunos leían el periódico, otros disfrutaban de una película, de algo de música, de un tentempié y otros, simplemente, echaban una cabezada. A mitad de camino, cuando el convoy atravesaba el corazón de La Mancha, el día dejaría de ser como otro cualquiera.
Cosas del destino
A la altura de la provincia de Ciudad Real, la pareja de la mujer alertó a los trabajadores del tren de que ésta estaba sintiendo los síntomas de un parto. Inmediatamente, el revisor preguntó por megafonía si había algún médico a bordo. Debió ser el destino porque en el tren no había rastro de un médico.
En ese tren viajaba alguien mejor, mucho más acostumbrada a este tipo de casos, una matrona que, asistida por una enfermera que también «pasaba por allí», trasladaron rápidamente a la mujer a la cafetería donde fueron testigos del alumbramiento de una niña que nació en perfectas condiciones de salud. Aún así, los responsables del convoy decidieron hacer una parada no programada en Ciudad Real para que un equipo del Hospital General que había recibido el aviso previamente, examinara a madre e hija. Tras comprobar que ambas se encontraban en buen estado y pese al ofrecimiento de ingreso hospitalario en la capital manchega, los protagonistas de esta historia decidieron proseguir camino hacia Madrid.
Una vez en la Estación de Atocha, efectivos del Samur y Protección Civil volvieron a atender a la joven senegalesa y a su bebé. Los médicos tomaron las huellas dactilares a la niña, comprobaron sus constantes vitales y determinaron que las condiciones de salud de ambas eran buenas, aunque, eso sí, decidieron su ingreso en el Hospital Gregorio Marañón para un examen más profundo.
El tren, que había salido de la ciudad andaluza a las once de la mañana, tenía prevista su llegada 13:40 horas aunque, finalmente, lo hizo pocos minutos después de las dos. Al cierre de esta edición no disponíamos de datos, pero es poco probable que algún viajero haya reclamado a Renfe por el retraso. La «culpa» es de una pequeña que quiso llegar al mundo antes que el AVE a Madrid.