El retorno de los inmigrantes

La Voz de Galicia, David R. Vidal Director de Inmigra Asesores , 23-09-2008

Antes del verano planeaba entre ministerios la teoría de que la actual crisis económica haría gran mella en la inmigración, de forma que los inmigrantes que vienen serían menos y los que ya están se marcharían por su propio pie. O, lo que es lo mismo, que la inmigración, tanto legal como ilegal, se ajustaría por sí sola, sin intervención alguna. Una teoría que la tozuda realidad se ha encargado de demoler, ya que las cifras relativas al aumento de peticiones para marcharse fueron triviales, elevadas las llegadas de ilegales e ingentes las expectativas de los que están a la espera.

El Gobierno reincide con su plan de retorno de inmigrantes, animándoles a cobrar el paro allá en su país de origen, bajo promesa de no volver en algún tiempo. El resultado es incierto; las apuestas caen por momentos. Las expectativas sobre un millón de retornados han bajado hasta unos diez mil, todavía con los últimos retoques en el tintero para endulzar el caramelo antes de que caigan más ceros.

El retorno puede ser interesante en unos pocos países donde el nivel de vida es decente. En muchos otros, no es una opción. Ya tienen su propia crisis crónica y estructural, que haría palidecer a la nuestra. De hecho, el prototipo de inmigrante con trabajo y alojamiento precarios no está pensando en marcharse, sino en traer a su familia, ya no mujer e hijos, sino padres, hermanos, primos y sobrinos.

Se podría alegar que la crisis empujará a los inmigrantes hacia otros países europeos, toda vez que las difusas fronteras Schengen están para ser cruzadas. Sin embargo, la tendencia es justo la contraria, es decir, que los de países norteños bajan a España. Una poderosa razón es el endurecimiento legislativo en dichos países, que actúan con contundencia frente al sin papeles, además de contra la economía sumergida y el empleo irregular.

Y la riqueza no lo es todo. Nuestro modelo solidario permite la asistencia sanitaria plena y sin distinciones, garantizada con solo empadronarse. Además, la virtud de la paciencia recompensa con una regularización perenne a los que resistan tres años residiendo irregularmente. En definitiva, todavía tiene que ser la crisis económica mucho más acuciante para que sean legión los inmigrantes que se vayan; probablemente, nuestros nacionales emigren antes.

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