Colapso de EE.UU. no solo amenaza a las exportaciones, ya se siente en las remesas

El Universo, XAVIER REYES, 21-09-2008

El gobierno de George Bush, con salvatajes, intenta   evitar el colapso de  su economía. El efecto se siente en los  migrantes y exportadores, que esperan una pronta salida a la crisis.

Millones de estadounidenses van al supermercado. Muchos, tras recorrer las perchas, se dan cuenta de que deben elegir entre lo indispensable y lo que puede quedar para otro día.

En el noticiero han visto que Estados Unidos está en crisis, que los bancos caen, que el desempleo aumenta, que la gasolina sube, que hay elecciones, que en la última semana la Reserva Federal ha hecho un millonario salvataje de empresas al borde de la quiebra…

Escogen, pagan y se van. Lo que no sospechan es que su elección, condicionada por su propia crisis, puede provocar otra en algún lugar del mundo. Y uno de esos lugares podría ser Ecuador, en donde casi la mitad de las exportaciones – el 47% – va a los Estados Unidos.

 Aquello se agrava cuando los principales productos de esa oferta – con excepción del petróleo – son prescindibles: flores, camarones y, en menor medida, el banano. “Exportamos bienes suntuarios que en momentos de crisis se limitan”, sostiene Álvaro Maldonado, director ejecutivo de la Federación de Exportadores.

 Manuel Chiriboga, ex jefe negociador del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, advierte que en tiempos de crisis no solo se restringe la demanda de  productos que no forman parte de la canasta básica, sino que “además hay un esfuerzo de ahorro, porque hay temor”.

El impacto de esa decisión en el país llega por dos vías: de manera directa, a los trabajadores y empresarios de los sectores que exportan sus productos a Estados Unidos, y de manera indirecta al resto del sector productivo, que puede restringir sus planes de inversiones en el mediano plazo.

Chiriboga dice que no solo hay que pensar en el norte, sino también en otras regiones; Europa es el mejor ejemplo, por la cantidad de ecuatorianos que viven allá, “pues hay un efecto de contagio”.

Hugo Jácome, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales (Flacso), considera que aún está por verse el impacto en las exportaciones agrícolas ecuatorianas, pues la crisis estadounidense ha topado a sectores en los que aparentemente no tiene mayor vinculación con la economía local. Sin embargo, advierte – por ejemplo – que las ventas de sanitarios, que habían despuntado en los últimos años, podrían restringirse.

“Si hay un efecto, sería en sectores muy particulares y específicos”, señala.

Ecuador, dice, tiene menos dependencia del mercado estadounidense que México y Centroamérica, cuyas exportaciones a la potencia oscilan entre el 60% y el 70%.

Pero los analistas aún se cuidan de hacer pronósticos definitivos acerca del impacto de la crisis internacional sobre  Ecuador. Coinciden en que nada está dicho, porque recién empieza.

Jácome destaca que los mecanismos para resolver las quiebras o la iliquidez (con transferencias, red de comunicaciones entre los bancos centrales, etc.) ayudarán a reducir la intensidad y la expansión de la crisis.

Pero en las calles de Quito, es un caso, quienes tienen familiares trabajando en Estados Unidos o España, los centros de mayor concentración de migrantes nacionales, dedican buena parte de sus conversaciones por teléfono o correo electrónico a averiguar si con la crisis sus familiares mantendrán el empleo.

La quiteña Maribel Salazar es vendedora de mostrador en  Wal Mart, en Salt Lake City. La última vez que habló con sus hijas, hace tres meses, les dijo que le bajaron el horario de trabajo a seis horas y que el precio de la gasolina es el problema. Al otro lado del teléfono, en Quito, le preguntaron por qué. Respondió que “los gringos ya no compran como antes”.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)