Siete muertos en un ajuste de cuentas de la Camorra

El Mundo, IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal, 20-09-2008

El propietario de una sala de juego y seis inmigrantes acribillados cerca de Nápoles por no ceder a las extorsiones Siete muertos, más de un centenar de balas disparadas en cuestión de segundos y varios sicarios apretando desaforadamente el gatillo de unos kalashnikov y de pistolas del calibre nueve. Eso es lo que, a grandes rasgos, ocurrió el jueves por la noche en ¿Mogadiscio? ¿Bagdad? ¿Kabul? No, en Castel Volturno, una localidad de 22.000 habitantes situada a unos 40 kilómetros de Nápoles. Allí, la Camorra ha vuelto a dejar un reguero de sangre, en dos sucesos diferentes, pero que llevan ambos el sello inconfundible de un ajuste de cuentas mafioso.


El primer incidente ocurrió a las 21.00 horas. Al menos dos pistoleros blandiendo armas del calibre nueve se presentaron en una sala de juego de Castel Volturno y acribillaron con unos 60 balazos a su propietario, un hombre de 53 años llamado Antonio Celiento. Según todos los indicios, como castigo (y escarmiento público) por resistirse a las extorsiones de la mafia y negarse a pagar el pizzo, el dinero que la Camorra le reclamaba a cambio de dejarle en paz.


Pero cinco minutos después, y a sólo cinco kilómetros de distancia, se registraba un nuevo crimen. En esta ocasión, los asesinos a sueldo eran seis o siete.


A bordo de un automóvil y de una moto y empuñando kalashnikovs y pistolas del calibre número nueve abrieron fuego en plena calle contra un grupo de inmigrantes subsaharianos que se encontraban junto a una tienda de ropa étnica, y contra los que realizaron unos 130 disparos.


Cuatro de sus víctimas cayeron inmediatamente muertas al suelo, y otras dos fallecieron en las horas siguientes. Los fallecidos tenían entre 30 y 40 años y eran de Liberia, Togo y Ghana.


La gran cantidad de balas disparadas en ambos atentados y el hecho de que en los dos casos los sicarios utilizaran municiones del calibre número nueve hace pensar en la posibilidad de que uno y otro suceso fueran obra del mismo grupo de pistoleros.


Porque, por supuesto, las fuerzas del orden italianas también sospechan que detrás del asesinato de los seis africanos se encuentra una vendetta de tipo mafioso, aunque relacionada en este caso con el tráfico de drogas.


Al fin y al cabo Castel Volturno es escenario de un intenso comercio de sustancias estupefacientes, controlado especialmente por el poderoso clan de los Casalesi, cuyo capo es el temido Francesco Schiavone, alias Sandokán.


Los investigadores opinan que el asesinato de los seis subsaharianos podría ser fruto de una lucha por el control del mercado de la droga. Pero tampoco descartan que responda a la negativa de los inmigrantes a pagar a la Camorra el porcentaje de sus ingresos que ésta les exigía a cambio de permitirles vender estupefacientes.


De hecho, los agentes consideran que el asesinato, el jueves por la noche, de los seis subsaharianos podría estar relacionado con el suceso registrado a finales de agosto también en la localidad de Castel Volturno, y en el que cinco nigerianos resultaron heridos de bala. En aquel caso, y según todos los indicios, los sicarios de la Mafia abrieron fuego contra ellos como reprimenda por desoír las peticiones de dinero de la Mafia.


Sin embargo, esas teorías no convencen a algunos de los inmigrantes africanos que viven en Castel Volturno y que ayer, armados con palos, protestaron por el asesinato de sus compañeros destrozando los escaparates de varias tiendas de la localidad y volcando algunos coches.


«Queremos justicia. No es verdad que nuestros amigos traficaran con droga o que tuvieran relación con la Camorra. Todo eso es mentira», se quejaban.


«Por supuesto que la Camorra está detrás de esas muertes, porque aquí se mueven como Pedro por su casa», denuncia sin embargo Francesco Nuzzo, alcalde de Castel Volturno.


«Hace años que digo que en Castel Volturno el clan de los Casalesi hace negocios y asesina a su antojo. Este es su territorio, pero nadie quiere escucharme», se lamenta.


Y los datos le dan la razón. Castel Volturno es una localidad lastrada por la violencia de la Mafia hasta el punto de que sólo en lo que va de año han sido asesinadas en la ciudad 18 personas en ajustes de cuentas de la Camorra.


Además, la población registra una índice de paro juvenil del 90%, lo que hace que para muchos chavales resulte demasiado tentador dedicarse al crimen organizado.

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