Vic estrena la nueva fórmula del espacio de bienvenida con 21 alumnos

"¡Cuántos niños diferentes!"

La Vanguardia, , 16-09-2008

MAITE GUTIÉRREZ – Vic

Los recién llegados aprenden los valores de la escuela y las costumbres de su nueva sociedad
Samantha, Chen Kai, Shina y otros dieciocho niños más tuvieron ayer un inicio de curso algo distinto al resto de los estudiantes de Catalunya. Desde hace poco viven en Vic y antes de empezar las clases pasarán unos días en el espacio de bienvenida educativa (EBE) de la ciudad, el primero que se pone en marcha en Catalunya y que pone a prueba el sistema de integración.

La polémica creada, sin embargo, no va con ellos. “Los niños no tienen problemas, somos los mayores los que estamos llenos de prejuicios”, comentaba Neli, madre de tres niños de entre seis y quince años que llegó de Perú a la capital de Osona hace dos meses y medio. Los cuatro pasaron ayer por el centro de Vic, aunque sólo acudirán a él los dos niños mayores, para saber en qué consiste “eso de la bienvenida educativa”, conocer a sus profesores y a sus compañeros. “Son chicos de entre ocho y dieciocho años de países tan distintos como Polonia, Nigeria, Uruguay, Colombia, India o China, que compartirán aula durante como mucho un mes”, explicaba Núria Callís, una de las cuatro educadoras al cargo del EBE de Vic. “Aquí estamos para ayudaros, para explicaros a vosotros y a vuestros hijos cómo funciona la escuela en Catalunya, en Vic, y cómo es nuestro pueblo”, decía Núria al primer grupo de padres e hijos, que llegó al centro poco antes de las 10 de la mañana. Les explicaba que estudiarán el caso de cada alumno, que les enseñarán nociones básicas de catalán y castellano si no conocen estos idiomas, que aprenderán cómo es la sociedad catalana. “En función de la situación de cada niño, se le derivará a la escuela antes o después, pero nunca estarán aquí más de treinta días”, continuaba esta educadora.

Después de la explicación, visitaron el centro, situado en la antigua Casa de la Caritat, en el centro de Vic. “En el próximo encuentro procuraremos traer a alguien que hable polaco”, le decía Núria a uno de los padres que seguía la ruta por el EBE. Había dificultad para comunicarse con algunas personas, “aunque entre el castellano y el inglés nos hemos apañado bastante bien”, comentaban las educadoras. Los niños utilizaban el mismo método.

Chen Kai, de nueve años y procedente de China, tuvo suerte, porque le acompañaba una amiga de su madre que le hacía de traductora. El idioma no será su único reto. “Creo que en China la escuela es muy diferente, allí estudiamos desde las siete y media de la mañana hasta las cuatro de la tarde”, explicaba el niño. Las diferencias culturales y de costumbres será algo que se trabajará a fondo en el EBE, según la concejal de Educación de la ciudad, Anna Erra.

Por allí pasará todo menor en edad escolar que llegue por primera vez a Vic, ya venga de Camerún, de Albacete o de Barcelona. “Con el EBE completamos la función de las aulas de acogida y damos a los alumnos un tiempo para centrarse y adaptarse mejor”, continuaba la concejal. Con ella coincidían los padres, que veían en el centro una manera de hacer menos cuesta arriba la llegada de sus hijos a un nuevo país y a un nuevo colegio. Es el caso de Ledis, de Colombia, que vive desde hace 20 días en Vic con sus hijos de ocho, diez y trece años. “Esto les vendrá bien para entrar en situación”, afirmaba.

Con una población de 39.000 habitantes, el 23% de los alumnos de Vic es inmigrante. “Hemos sido pioneros en el reparto equitativo de estudiantes recién llegados en las escuelas y ahora lo somos con esta nueva figura de integración”, explicaba el alcalde de la ciudad, Josep Maria Vila d´Abadal. Ante las críticas que la figura del EBE ha despertado, Vila d´Abadal defendía el centro como una manera de socializar a los que acaban de llegar. “Nosotros tenemos la obligación de recibirlos bien y ayudarlos y ellos de comportarse según nuestras normas sociales, siempre manteniendo su cultura”, dijo. La importancia de la escolarización es una de las ideas que se inculcará a los padres de los niños, que también deberán acudir al EBE en módulos de diez horas, mientras que los niños pasarán allí todas las mañanas, de 9 a 13 horas.

“No os preocupéis que a partir de mañana estaréis más tranquilos”, comentaba una educadora a las familias ante el revuelo de cámaras que había ayer en Vic. Aunque algunos estaban encantados con ser el centro de atención, como Mikaela, de diez años y nacida en Ecuador. “¡Qué fuerte, cuántos niños diferentes!”, le decía a su madre, que le respondía: ¿Ay sí, ¡Cuánta multiculturalidad!".

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