El líder de la oposición centró ayer sus críticas al Gobierno en el paro y la inmigración, sumándose a las tesis del ministro Corbacho e incluso yendo un poco más allá. En su intervención ante la Junta Directiva del PP, Rajoy denunció el hecho de que haya 180.000 extranjeros cobrando el seguro de desempleo, mientras que 20.000 españoles se han ido a vendimiar a Francia. Independientemente de que el ejemplo del líder del PP sea o no el adecuado, Rajoy plantea un debate de fondo – y de sentido común – en la misma línea que el ministro de Trabajo. También a él, como en su día a Corbacho, le llovieron ayer las acusaciones de «xenófobo» por parte de la izquierda política, en un nuevo ejercicio de demagogia. Tiene razón Mariano Rajoy, aunque habría que añadir «ahora», puesto que cuando el titular de Trabajo dijo que habría que «aproximar a cero» las contrataciones de inmigrantes en origen, habida cuenta del elevado número de parados que existen en España, el líder del PP le acusó de «sacar un nuevo conejo de la chistera» y consideró que la medida suponía «liquidar la inmigración legal». Si bien es verdad que otros dirigentes del PP respaldaron a Corbacho frente a las críticas incluso de sus propios compañeros de Gobierno. El líder del PP acusó al Ejecutivo de incurrir en una «descoordinación obscena», aunque tampoco él puede presumir demasiado de coherencia ni de coordinación, después de rectificar sus propias declaraciones sobre las tesis del ministro de Trabajo.