La Policía blinda Roquetas para evitar una tercera jornada de graves disturbios

El senegalés Ousmane Kote fue apuñalado al intentar mediar en una discusión «por un asunto banal» entre su presunto homicida y otra persona, según la investigación

El Correo, EL CORREO, 09-09-2008

La barriada de las Doscientas viviendas de Roquetas de Mar (Almería) se convirtió ayer en un fortín. Más de un centenar de agentes de la Guardia Civil se desplegaron para garantizar la seguridad y mantener calmados los ánimos en las calles donde murió el sábado el senegalés Ousmane Kote, de 28 años, cuyo homicidio agitó el descontento de la población inmigrante que se hacina en el barrio y prendió la mecha de dos jornadas de graves disturbios. La investigación avanzó ayer que la muerte de Kote se produjo cuando éste intentó mediar en un «pelea banal», por algún asunto sin trascendencia entre su presunto homicida, a quien todavía se busca, y una tercera persona, a la que Ousmane conocía. «Salió de casa para llamar a la familia y dijo que iba a volver en cinco minutos», relataron ayer sus compañeros de piso. «Pero no volvió».

El homicidio del senegalés, peón agrícola en un invernadero, casado con una mujer que reside en Senegal y hombre «pacífico y trabajador», según sus amigos, se vinculó en un primer momento con asuntos de drogas, lo que ayer pareció descartado. Como autor material se señaló a un hombre de nacionalidad española emparentado con familias gitanas de la localidad – etnia a la que, según las últimas informaciones, no pertenece – . La ira de decenas de inmigrantes tras el crimen dio lugar a una batalla campal en la que resultó incendiada la vivienda del presunto homicida, así como otro inmueble contiguo y varios coches y mobiliario urbano. La noche siguiente – la madrugada del domingo al lunes – , los disturbios se reprodujeron, aunque ya con menos intensidad.

En conjunto, el motín se ha saldado de momento con ocho detenidos y siete heridos, entre ellos al menos cuatro guardias civiles. Uno de los agentes, herido por una piedra que le impactó en una oreja con gran violencia, fue intervenido ayer para proceder a la reconstrucción del pabellón auditivo.

La posibilidad de que Roquetas se convirtiera en epicentro de un motín de origen racial encendió todas las señales de alarma y movilizó a todos los estamentos, desde el Gobierno a las autoridades locales, los consulados y las asociaciones cívicas de la localidad, que duplica la tasa de inmigración española con cerca de un 30% de residentes procedentes de otros países. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, destacó que se trató de «incidentes aislados», que en otros países de alta inmigración, como Francia o Italia, «se viven todos los fines de semana». La secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, por su parte, remarcó que la prioridad es «garantizar la seguridad» con «todos los medios policiales necesarios», mientras apostó por «rebajar el clima de tensión». También llamaron a la calma el consulado de Senegal, las asociaciones de gitanos y otros colectivos cívicos de la zona. El alcalde, Gabriel Amat (PP), descartó de forma tajante que el origen de los disturbios responda a un «brote racista» y enfatizó que Roquetas es un «ejemplo de convivencia e integración». El presidente de la Junta, Manuel Chaves, tampoco vio en los disturbios un «conflicto de naturaleza xenófoba».

Hora y media de demora

Con los ánimos aún calientes, cerca de tres centenares de inmigrantes subsaharianos se concentraron ayer a mediodía frente al Ayuntamiento para reclamar responsabilidades y soluciones. Un portavoz leyó un manifiesto aprobado por todas las asociaciones de inmigrantes en el que trasladaron su «convicción» de que la «verdadera causa de esta lamentable situación» no es otra que «el abandono y el desinterés» de las autoridades hacia un barrio que sufre «graves problemas» de seguridad, así como de inserción social, cultural y laboral. Un mayor celeridad en la llegada de los servicios policiales y de asistencia – que se demoraron «hora y media», según los inmigrantes – también hubiera evitado, a su juicio, los «desmanes» registrados.

El alcalde Amat se vio obligado a aplacar los ánimos ante la misma Casa Consistorial. Reclamó calma a los concentrados e invitó al sosiego «para que no se vea afectada la buena convivencia que siempre ha caracterizado» a la mestiza localidad, donde pese a todos los esfuerzos las heridas parecen seguir abiertas.

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