Libia desembarca a la fuerza a los inmigrantes rescatados por un pesquero de Santa Pola

Los náufragos protagonizaron un motín y la policía les amenazó con arrojarles agua hirviendo

Las Provincias, NANDO RICO, 23-08-2008

Poco más de dos días ha durado la odisea del barco pesquero de Santa Pola Clot de l’Illot, que el pasado miércoles rescató a 49 inmigrantes africanos que se dirigían hacia las costas de Italia y Malta. Durante la mañana de ayer, las negociaciones del consulado español y de la tripulación del navío con las autoridades locales permitieron el desembarco de todos los inmigrantes en Libia, situado en pleno Magreb.

La embarcación llegó a lo largo de la tarde – noche del jueves a las proximidades de Trípoli, la capital libia, donde permaneció hasta las cuatro de la mañana de ayer, a la espera de obtener el permiso de las autoridades para poder atracar en el puerto de la ciudad.

El desembarco no estuvo exento de problemas. Tras el acuerdo entre las autoridades españolas y libias, fueron los propios hombres rescatados por el barco de Santa Pola quienes se negaron a abandonarlo ante el temor a ser devueltos a sus países. Solamente una docena de ellos descendió de las cubiertas del barco, mientras los restantes – casi todos jóvenes de entre 16 y 18 años – se amotinaron contra la propia tripulación del Clot de l’Illot.

Los inmigrantes que se negaron a bajar tomaron la cubierta inferior del navío, que está comandado por Héctor Ruso. Allí se atrincheraron para evitar ser entregados a las autoridades libias. Incluso llegaron a decir a la tripulación del buque, compuesta por 11 personas, que si hubieran sabido de antemano que se dirigían al país del Magreb los habrían matado, ya que su objetivo era llegar a tierras italianas o maltesas. También aseguraron a las autoridades que prenderían fuego al barco antes que desembarcar en Libia.

La sensación de los pescadores de Santa Pola y Alicante que tripulan el Clot de l’Illot es que pasaron, en pocos minutos, “de ser salvadores a tener que ser salvados”, tal y como reconocía ayer a LAS PROVINCIAS el padre del armador del navío, José Ruso. Del mismo modo, Ruso explicó que llegó a temer por la suerte de su hijo y el resto de la tripulación, puesto que los inmigrantes su pusieron “nerviosos y agresivos” cuando supieron que iban a ser desembarcados en Trípoli.

La situación fue tensa y obligó a tomar medidas drásticas. Ante la negativa a desembarcar y la amenaza de prender el barco, las autoridades libias previnieron lo peor, por lo que incluso enviaron “un camión de bomberos”, según confirmaba ayer José Ruso. Como medida de presión, la policía libia calentó una gran cantidad de agua hasta llevarla al punto de ebullición, con la intención de disuadir a los inmigrantes amotinados en la cubierta inferior y para que desecharan la opción de no desembarcar.

En caso de que no accedieran a las peticiones de las autoridades, la policía las emplearía como elemento con el que forzar el desalojo del buque. En ese momento, quedaban en la cubierta inferior alrededor de 35 amotinados. El agua hirviendo resultó ser una amenaza efectiva, ya que finalmente no hubo que usarla y todos los inmigrantes descendieron del barco pesquero.

El hecho de que en los últimos dos años se hayan producido seis rescates de inmigrantes en alta mar por parte de pesqueros con base en Santa Pola no es casual. Según José Ruso, en la zona en la que faenaba el Clot de l’Illot se encuentran también otros muchos barcos con bandera italiana. Sin embargo, Ruso dijo que “por lo visto otros barcos avisan a Salvamento Marítimo y los dejan en el mar, aunque los que deben salvarlos tampoco les hacen mucho caso”.

El buque pesquero de Santa Pola siguió el mismo protocolo de actuación. En primer lugar, tras divisar la lancha zodiac, “prácticamente deshinchada”, en la que navegaban los inmigrantes, el pesquero llamó a Salvamento Marítimo italiano. La respuesta de este organismo fue que ellos no se harían cargo de los inmigrantes, que se hallaban en un estado de deshidratación avanzado, hasta el punto de que José Ruso aseguró que si no los llegan a rescatar, “hubieran muerto en muy poco tiempo”.

No en vano, la zodiac llevaba diez días surcando aguas mediterráneas sin divisar tierra, y diez de los inmigrantes, incluidos mujeres y niños, ya habían sido pasto del hambre y la deshidratación. Ante este panorama, la tripulación decidió poner rumbo a Libia siguiendo el criterio de cercanía, sin que lo supieran los inmigrantes por temor a posibles revueltas, como quedó demostrado en la mañana de ayer.

Tras tres jornadas en las que el Clot de l’Illot tuvo que abandonar sus labores de pesca de quisquilla, ayer mismo sus tripulantes se dirigían hacia las aguas en las que habitualmente faenan. El objetivo era estar “tres o cuatro días trabajando” para “no perder más jornadas de pesca”, según Ruso. En cualquier caso, “toda la tripulación estaba muy contenta de haber ayudado”, como reconocía el padre del armador del buque santapolero. Durante los tres días, la tripulación alimentó y dio cobijo a los 49 inmigrantes supervivientes.

La Cofradía de Pescadores de Santa Pola acumula una importante experiencia en el rescate de inmigrantes en situación crítica, teniendo en cuenta que desde julio de 2006 han protagonizado cinco asistencias más. La más sonada fue la del pesquero Francisco Catalina, que rescató a 51 subsaharianos embarcados en un cayuco a la deriva frente a Malta. Ocho de ellos eran mujeres, además de un bebé.

El 13 de julio de 2007 el barco Nuestra Madre de Loreto rescató a 26 personas, una de ellas ya fallecida, entre aguas de Libia y Malta. Un mes después, 58 inmigrantes fueron auxiliados por la tripulación del Corisco. En noviembre, Nuestra Señora de Loreto volvió a asistir a cuatro náufragos frente a Malta.

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