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Uno de los nuestros

La Voz de Galicia, 17-08-2008

Alemayehu tiene unos inconfundibles rasgos abisinios, la piel oscura y habla castellano con dificultades. Pero forma parte del equipo español de atletismo que compite en Pekín. Dicen que es un prodigio en los 5.000 metros y gracias a sus piernas consiguió hace poco más de un mes el pasaporte español. Pasó de dormir bajo un cartón en las calles de Madrid al confort de la Villa Olímpica. Su historia es conmovedora y a cualquiera le reconforta que haya sido su país el que supo reconocer los valores de una persona que gracias a su tesón encontró la puerta de salida de la miseria. Pero también oculta la hipocresía con la que nos manejamos en torno a la inmigración.

Dom Amby es nigeriano, vive en España y a él también le hemos reconocido el valor de la honestidad. Pero Amby no tiene papeles y es posible que pronto lo pongamos de patitas en la frontera. Dom Amby tuvo sus horas de gloria fugaz porque devolvió una cartera con 2.700 euros que se encontró en la rotonda sevillana en la que vende pañuelos de papel. Para él no habrá procedimiento abreviado para el que Consejo de Ministros le conceda la nacionalidad. Porque nadie quiere a alguien que, hasta donde sabemos, solo puede ofrecernos bondad. A Alemayehu le podemos pedir a cambio emoción, sacrifico hasta extenuarse, medallas olímpicas, espectáculo.

Y ojalá lo consiga en Pekín. Porque sus triunfos en la pista, igual que el gesto honrado de Dom Amby, lo mismo que el portentoso juego de Senna con la camiseta de la selección española en la Eurocopa, es lo que nos hace falta para contrarrestar los vientos xenófobos que van a ir arreciando a medida que aumenten las dificultades económicas y el paro. Aprenderemos a vibrar con ellos, los abrazaremos para festejar los triunfos. Aunque en realidad no habremos asumido que el mundo es mestizo, que ellos son de los nuestros, hasta que seamos capaces de llorar con ellos los fracasos.

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