La sala tres de Barajas, que acoge a inmigrantes sin papeles, sigue causando polémica Las condiciones de internamiento son una queja constante de los colectivos de inmigrantes, a pesar de que el pasado martes entró en servicio un nuevo espacio para albergar a los extranjeros. Cuenta con 44 camas, teléfonos públicos, salón de juegos, televisores y máquinas de bebidas. También dispone de menús adaptados por motivos religiosos y tiene cunas para los más pequeños. Daniel Arcos, presidente de la Casa Argentina en Barcelona define la sala como un «Guantánamo light» y asegura que quienes se encuentran allí están «secuestrados y en situación de alegalidad» y señala que la única diferencia entre la prisión norteamericana y el aeródromo es que en este último no hay torturas. Para Arcos, la nueva dependencia solo es «una prueba de que las autoridades comienzan a cumplir con sus propias leyes», aunque teme que también «aumentarán» los rechazos. Según datos de la Casa Argentina en Barcelona, el número de argentinos rechazados en frontera pasó de 20 por mes en el 2007 a 10 o 15 por día en el 2008.

Arcos atribuye el incremento a una «campaña de agitación para favorecer políticas racistas» y asegura que sus compatriotas retenidos en Barajas carecen protección judicial y de seguridad temporal.

Cada día, unas 50 personas son rechazadas en Barajas. Los afectados provienen, en su mayoría, de Paraguay, Uruguay, Venezuela y Argentina, países que no requieren visado para visitar España por períodos inferiores a tres meses. Las causas para denegar la entrada suelen ser la falta o la mala elaboración de la carta de invitación que exige la ley de extranjería o una cantidad de dinero inferior a la que establece dicha normativa.