Tres jóvenes afroamericanos protestan con una pancarta ante Barack Obama y le piden más implicación con este colectivo Se han acabado las buenas maneras. Hasta ahora, la palabra más utilizada tanto por Barack Obama como por John McCain para referirse el uno al otro era «honorable». «Creo que el senador McCain es un hombre honorable», decía Obama siempre que le preguntaban por su rival. Los insultos corrían a cargo de sus asesores, que eran los que no tenían inconveniente en meterse en peleas personales.

Pero, a falta de menos de 100 días para las elecciones, y con la ventaja de Obama sobre McCain estrechándose, los dos candidatos han perdido las formas, la clase y las buenas maneras, y han pasado al ataque. Y la cuestión racial se ha convertido en el eje del endurecimiento de la retórica de ambos.

La batalla la inició Obama en el estado de Misuri, el miércoles. «¿Sabéis lo que están diciendo?», dijo el senador en referencia a los republicanos. «Bueno, sabemos que nosotros [los republicanos] no somos muy buenos pero no podéis correr el riesgo de elegir a Obama. Ya sabéis, es nuevo… y no es como los demás presidentes que aparecen en las monedas y en los billetes, tiene un nombre raro…». Dado que los presidentes que salen en las monedas y billetes en circulación en EEUU son blancos, la indirecta de Obama estaba clara. Y la campaña de McCain decidió entrar al trapo, una estrategia arriesgada, porque los seguidores de Obama tienden a identificar cualquier crítica hacia su candidato con racismo.

Apenas una hora después de que Obama hubiera realizado sus comentarios, Rick Davis, el máximo asesor electoral de McCain y el hombre que hace un año salvó la campaña del republicano del colapso, emitió un comunicado afirmando : «Barack Obama ha jugado la carta racial, y la ha jugado de la forma más baja posible. Es negativo, vergonzoso y equivocado». Poco después, en declaraciones a la cadena de televisión MSNBC, Davis explicaba que McCain se sentía «decepcionado» por las afirmación de Obama. Y un asesor del demócrata replicaba declarando que «John McCain es un hombre de honor que está llevando a cabo una campaña sin honor».

El incidente no sólo ha supuesto un hito en el enfriamiento de las relaciones entre los dos candidatos. También ha vuelto a poner de manifiesto la incógnita que representa la raza de Obama. Según ha podido saber este periódico, en la campaña del candidato demócrata existe un creciente temor a perder el voto latino, sobre todo en estados claves como Nevada, donde los asesores de Obama trataron de impedir que los miembros de esa comunidad – que votaban en su mayor parte a Hillary Clinton y suelen tener poca simpatía por los negros – participaran de forma masiva en las primarias demócratas.

Y a eso se suma la propia actitud de la comunidad negra. Ayer, en un mitin en Saint Petersburg, en Florida, Obama se encontró con tres jóvenes afroamericanos del Movimiento Uhuru, que promueve el «internacionalismo» de las comunidades negras de todo el mundo, con una pancarta en la que podía leerse «¿Qué pasa con la comunidad negra, Obama?». El senador, que no está acostumbrado a que le interrumpan en los mítines, accedió a que los activistas le hicieran una pregunta. Al final, el incidente se saldó con uno de los manifestantes realizando una larga pregunta a Obama sobre la presunta conspiración de los blancos contra los negros que se reflejó, entre otras cosas, en la destrucción de Nueva Orleáns por el Katrina y en la crisis inmobiliaria de EEUU, y con una respuesta más o menos torpe de Obama, quien volvió a dejar claro que cuando se le saca de los discursos, su dialéctica se resiente.

Entretanto, también en Florida, John McCain se dirigía a una asociación negra más agradecida que Uhuru: la Liga Urbana, uno de los grupos de lucha contra la discriminación racial con más solera. McCain eludió la cuestión racial. Pero parece que las recriminaciones por ese motivo volverán a la palestra antes del 4 de noviembre.